Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


martes, 3 de diciembre de 2013

Nanorrelato nº 266. Waterloo

Dejó de sufrir. Sí, de golpe, de repente. Se paró en seco nada más oír como la porcelana se quebraba dentro de su cabeza. Bajó las armas y se entregó a esos papeles tan importantes. Pero no dejó de vivir. No. Hizo unos garabatos en un plano imaginario y sus tropas empezaron a posicionarse en  Waterloo << Adelante, mis valientes. A por la gloria. Ahora, en mi terreno, les derrotaré. Les derrotaremos>>
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo


jueves, 17 de octubre de 2013

Nanorrelato nº 265. Empezar

Siempre ganan los de siempre ¿Los malos? No sé, la verdad sea escrita: no sé. Entones, siempre pierden los de siempre (no queda otra sin echar mano a la mecánica cuántica, claro) ¿Los buenos? No lo sé, que vuelva a ser escrita la verdad: no lo sé. ¿Y ahora qué? ¿Qué hago? Nada, dice mi subconsciente primario ¿Cómo que nada? Responde mi consciente evolucionado. Vale, le contesta el primero, si estás tan decidido vuelve a empezar, ya que eso es lo único que puedes hacer. Siempre ganan los de siempre…. ¡Eh!, yo no dije eso, le interrumpe vehementemente mi subconsciente primario: te dije que empezases.
Óleo sobre lienzo

miércoles, 2 de octubre de 2013

Nanorrelato nº 264. Qué

<<Qué sucios tengo los pies>> se dijo mirando a otro par de ojos en los que veía reflejados la misma observación. Le quitó importancia. <<Huelo fatal>> Y vio a una nariz molesta. Le quitó importancia. <<Qué ganas de llorar tengo>> Y buscó alguna mano que se posara sobre su hombro atraída gravitatoriamente por la angustia. Pero no había. Y le dio importancia.


(Publicado en el libro Bocados sabrosos III)
Óleo sobre lienzo

martes, 16 de julio de 2013

Nanorrelato nº 263. THE END


Asumir que YA no le quería, fue muy difícil. Pero digerirlo, que no es lo mismo, era imposible, hasta el momento de escribir estas líneas, claro. Cuando el amor desaparece siempre es traumático, ya que la tierra queda árida y maloliente, como después de un bombardeo. Pero si encima la supuesta responsabilidad es de uno, o cree, entonces se encuentra con  la peor de las posesiones. Lo más difícil de todo era cuando, en esos ratos donde la ley lo permite, conseguía tenerla en brazos y ella demostraba una indiferencia que…, sí: que eso. Es el fin, como gritaban maravillosamente THE DOORS hace muchísimo tiempo.
Acrílico sobre lienzo

martes, 25 de junio de 2013

Nanorrelato nº 262. Sí, el amor.

Toda una vida de esfuerzo. Sí, toda, y con el único propósito de hacer trueque por reconocimiento. Cansancio por enhorabuena, para con ello ganar unos milímetros de altura. Sí, con el necesario fin de ser alto, claro está. Y…, decírselo a los demás, y también a él mismo. Hasta que llegó ella, y de un plumazo cogió el espejo que estaba a una distancia imposible, y se lo puso a la altura correcta. Y él se miró y se vio, lo que nunca. Y además le dijo: ya eres alto, pero si crecieses más, te lo iría colocando a tu nueva altura. Y Freud tuvo que buscarse otra persona desorientada, en lo que a calcular altura respecta.
Óleo sobre lienzo (en proceso)

martes, 21 de mayo de 2013

Nanorrelato nº 261. Canción del pirata "bueno"


Avisté el navío desde lo alto de palo mayor y, presto, ordené rumbo hacia él. Una vez a su altura, mi tripulación lo cañoneó desarbolándolo a la primera andanada, quedando la malvada goleta a merced de nuestro buque. Mis hombres, raudos y veloces, abordaron el barco de los malvados piratas, dando por fin un final feliz a tantas fechorías cometidas. Una vez encarcelados los bucaneros, mis fieles marineros traspasaron todas las riquezas que habían sustraído durante sus execrables días de navegación, que rápidamente me puse a clasificar para devolvérselas a sus legítimos dueños…
<<Estás hablando en sueños, Ambrosio. Venga, vete despertando que hoy nos manifestamos prontito. Y no te olvides, como el otro día, de tomarte la pastilla de la tensión, del riego, del estómago y del corazón…Vamos, que no te olvides de ninguna>>
Témpera sobre papel

viernes, 17 de mayo de 2013

Nanorrelato nº 260. La lluvia muerta


De la misma forma que las gotas de lluvia se quedan quietas en las hojas, convirtiéndose en lluvia muerta, su frente se perló, reflejando de forma mortecina ciertos colores cuando había algún cambio de luz. Todos sus recuerdos y vivencias giraban pausadamente montados en un tiovivo. Subían y bajaban. Y él, en cada vuelta, esperaba que cambiaran, que apareciesen distintos, vencedores. Pero no. Su frente, por tanto, seguía cubierta de “lluvia muerta”, sin posibilidad, de momento, de que ningún recuerdo la secase. A esperar el  ansiado giro medicinal. 

En agradecimiento a Víctor Mora por su novela “ La lluvia muerta”
 
Óleo sobre lienzo

martes, 14 de mayo de 2013

Nanorrelato nº 259. A por la siguiente


Comenzó el ascenso de la montaña ilusionadísimo, pero no por llegar, no: por haberlo iniciado. Intentó no pensar en nada mientras subía, ni qué le había forzado a ello ni qué ocurriría una vez llegara a la cima. Sabía (estaba segurísimo) que ser totalmente aséptico en la escalada, sería muy beneficioso en el resultado final. Y…, llegó a la cumbre. Se puso muy contento de haberlo conseguido, aunque todavía tenía ganas de seguir ascendiendo, lo que le diagnosticó que aquella no era su montaña, sino una más en el camino a su curación. Bajó muy, pero que muy contento...,mirando en derredor cual sería la siguiente.

A los que tienen problemas

Témpera sobre papel

viernes, 3 de mayo de 2013

Nanorrelato nº 258. Cada vez más


Normalmente, el dios del tiempo, bueno, el ser inmaterial responsable de otorgar en el planeta Tierra la cantidad temporal a cada persona, no le gustaba pasearse ante las almas, ya que en cuanto le veían le imploraban una pequeña prórroga para “terminar” las cosas que habían dejado pendientes allá abajo. Por eso, como todos aquellos seres se ponían muy pesados, casi siempre estaba recluido en sus aposentos, porque, como es perfectamente deducible, él no podía otorgar ninguna cantidad temporal extra a nadie, ya que con ello rompería una de las reglas principales que regían el lugar donde estaban. Bueno, eso es lo que le decía a su jefe justificando así su vida de casi absoluta reclusión. Pero la verdad, es que ambos sabían que la verdadera causa de que no quisiese salir de su morada era justamente lo contrario: no soportaba ver a aquel grupo de personas que jamás le pedían tiempo para “volver”, aquellas que ni por asomo querían bajar a la Tierra, las que en cuanto le veían, se juntaban todas formando una piña temblorosa por si, por casualidad, se les otorgaba lo que otros tanto deseaban. Y…, cada vez había más.
Acrílico sobre liezo (65 x 46)

lunes, 22 de abril de 2013

Nanorrelato nº 257. De la importancia de las tuberías.


Los rectángulos, cuadrados y líneas iban pasando a una velocidad pasmosa. Las luces que se intercalaban entre ellos, se mezclaban como si fuese la paleta de un impresionista en pleno brote creativo. La respiración fuerte, decidida, que oía detrás apagaba con facilidad el resto de sonidos. De pronto, al frenar en seco, con la sorpresa que ofrece un guiñol callejero, llenaron el espacio tres caras amigables y preocupadas. Sólo hablaba una de ellas, con rapidez, mucha rapidez. El dolor desapareció a la par que varias manos se posaron sobre el dolorido pecho, reconfortándolo. Qué maravilloso color verde. Se acabó.

A mi amigo Leo, el cardiólogo (¡ahí es nada!)
"Universo" Témpera sobre papel

miércoles, 10 de abril de 2013

Nanorrelato nº 256. La rabiosa actualidad de Kafka


El tiempo no transcurrió normalmente. No. Se fue creando a trompicones, dejando espacios vacíos, espacios basura como hay en las hebras cromosómicas y que sólo sirven como sustento estructural de lo que sí tiene utilidad. Cada pequeño segmento duró lo que duró, quiero decir, por ejemplo, lo que tardó realmente en perder su trabajo: muy corto; lo que tardó en que le embargaran la casa, un poco más largo pero también muy corto. Entre ellos, ese trocito sin tiempo, donde su sorpresa e incredulidad eran las protagonistas. Al final, el milagro: metamorfosis. Sí queridos lectores. “…al despertar una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un insecto horripilante”.
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo (65 x 46)

viernes, 22 de marzo de 2013

Nanorrelato nº 255. El álbum


El tiempo se le iba agotando de una manera muy rara. No es que fuera pasando, transcurriendo, inútilmente. No. De forma incontrolable, nuestro protagonista, sin poder evitarlo ya digo, cada vez que miraba la hora en su reloj, o en su ordenador, o por cualquier otra vía que se enterase, la anotaba en una libreta, que luego revisaba, pausadamente, como un álbum de fotos inverso, ya que cada instante anotado evocaba una imagen de ese momento exacto. Claro, el problema es que dicha foto era siempre la misma. Pero no puedo decir más, aunque sea un narrador omnisciente, ya que nuestro protagonista nunca soltó prenda de que imagen se trataba. No es posible el cotilleo, pues.
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo

martes, 19 de marzo de 2013

Nanorrelato nº 254. Coloraditas


La extrema fuerza gravitatoria producida por el sillón le hacía enrojecer la espalda y la cara, sobre todo. Había caído en él, como esos aventureros que se hunden poco a poco en las arenas movedizas. Pero no tenía el mismo glamour, claro, él no era un héroe. Sí, como decía más arriba, al principio, la espalda estaba irritada por el peso y la quietud. La cara…, de la vergüenza, su vergüenza, su arena.
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo

miércoles, 6 de marzo de 2013

Nanorrelato nº 253. Bueno


Como una bolita de papel se fue arrugando al ritmo de los acontecimientos, que iban sucediéndose a velocidad pasmosa. Siempre había sido “bueno”. De eso estaba absolutamente convencido. De hecho, se había agarrado a ese resbaladizo saliente siempre que la vida le arreaba un mamporro, y le había valido como bálsamo para volverse a poner en camino. Pero es que ahora recibía mandobles de la mayoría de los seres humanos que tenían con él algún tipo de relación, aunque fuera a larga distancia, televisiva incluso. Una corriente de aire que pasaba por allí, y que ventilaba tranquilamente la habitación,  se llevó la bolita precipitándola al vacío.
Témpera sobre lienzo

domingo, 3 de marzo de 2013

Nanorrelato nº 252. Mi pollito


 - Cuantas veces, en cuantos momentos, cuantos dolores de estómago y… más arriba y un poco a la izquierda, cuantas dudas, cuantos reproches y, sobre todo, en cuantas ocasiones he bajado la cabeza avergonzado, como el militar licenciado con deshonor, al ver un pajarito volar en el cielo, ya que me recordaba a aquel pollito que abandoné de pequeño.
-  Pero… ¿por qué? Si los pollitos no vuelan, además. No entiendo la relación.
- El tuyo quizás no. El mío, sí.
- ¿Por qué crees eso?
- Es obvio, mí querido terapeuta: se fue. Para siempre.
- Bueno. Mañana más.
Acrilico sobre lienzo

jueves, 28 de febrero de 2013

Nanorrelato nº 251. ¡Maldita sea!


<< ¡Maldita sea!>> gritó en voz alta, inútilmente ya que estaba solo, mientras miraba fijamente los bicolores mandos de su nave, perfectamente ordenados, prácticamente idénticos, igual que un blíster de antidepresivos, vaya. Su queja provenía del fracaso, de ese maldito sentimiento que le acompañaba hasta en este mágico instante en el cual estaba a punto de saltar al hiperespacio. << ¡Será posible!>>  Claro, su enfado era normal ya que estaba fundado en si dicho sentimiento le acompañaría también en el otro lado. Dudo, pensó, volvió a dudar y…, despegó. Buen viaje. Buena llegada. 
Témpera sobre lienzo

jueves, 21 de febrero de 2013

Nanorrelato nº 250. Tan requetebién


No entendió en absoluto las tres, quizás cuatro, razones que le habían esgrimido para echarle de su puesto de trabajo. Bueno, no le echaron: le dejaron sin él. Desde aquel instante de confusión comenzó una carrera de entendimiento negativo o a medias, siendo generoso, de la mayoría de las cosas que asomaban a su vida. Después de algún tiempo, tampoco se entendía consigo mismo, y sobre todo, no comprendía como los cartones que tantas veces había tirado a la basura despreciándolos, podían calentar tan requetebién.
Témpera sobre papel

martes, 19 de febrero de 2013

Nanorrelato nº 249. Los violines


Con el Sol, salían de sus madrigueras cerebrales los mismos problemas que le habían acompañado hasta el anterior anochecer. Bueno, no eran los mismos exactamente, eran más grandes, más hermosos, ya que el astro se encargaba de iluminarlos en toda sus superficies. Pero hablando claro, como realmente no eran poseedores de ninguna dimensión, a quien iluminaba era a él. Como decía, al amanecer volvían, sí, los mismos gángsteres con sus fundas de violines, aunque he de añadir que, hasta el momento, siempre  le quedaba una mínima esperanza, posiblemente provocada por la medicación y la presión del diván en su espalda de que de aquellas execrables fundas saliese un violín y no contratos escritos en un purulento lenguaje.

A los engañados. Contra los mentirosos. 
Acrílico sobre lienzo

jueves, 7 de febrero de 2013

Nanorrelato nº 248. Flujo de conciencia


<< Estoy bien. Sí. Ya estoy bien, tranquilo, relajado. Mejor, sí. Estoy bien, muy bien, de maravilla, como nunca, como…, casi nunca; a lo mejor no estoy tan bien, ni tan tranquilo ni leches. Vamos, ni relajado ni de maravilla. Es posible que todo sea efecto del espejo. Sí, estoy dentro…, no, estoy reflejado y por eso lo que pienso es justo el pensamiento especular, no el original. Pero entonces ¿Cuál es el verdadero? Otra vez en el mismo punto. De nuevo no tengo ni idea de donde está el espejo ¿Y si no hay espejo? Entonces… ¿estoy bien o mal?>>
-         Estás bien, mejor. Tranquilo. Descansa. Vas por buen camino. Créeme.
-         Gracias doctora. Hasta mañana.

A los inocentes, es decir, a los tocados por la impasible garra de la enfermedad. Mi más profundo respeto.
"Sufrimiento" Acrílico sobre lienzo

viernes, 1 de febrero de 2013

Nanorrelato nº 247. El falso silencio


Los cambios se fueron produciendo muy deprisa, como si hubiesen estado esperando todos juntos para realizarse, como el voraz apetito de conocimientos del mal estudiante que deja todo para el último momento. Tal era la velocidad, que el impacto de uno tapaba inmediatamente las consecuencias del anterior. Hasta que, de repente, todo se paró, todo se tranquilizó, el silencio comenzó su reinado. Bueno, el falso silencio que se podía obtener bajo los cartones que acababa de colocarse encima con las reglas que le ofrecía el tetris del fracaso absoluto.

A los que están en la calle. Mi respeto y admiración más absolutos.
Óleo sobre lienzo

martes, 22 de enero de 2013

Nanorrelato nº 246. Tedio


Un día, de repente, sonrió. La sensación fue tan sorprendente que durante algunos minutos estuvo desorientado, como si hubiese dado tres vueltas de campana dentro de un coche. Una vez recompuesto, su primera preocupación era que no recordaba qué había ocasionado tan sorprendente hecho. Lo intentó, y lo intentó, pero nada…, No lo pudo esclarecer. Como buen ser humano, al cabo de un tiempo, el cansancio se transformó en tedio, que es la siguiente etapa, y dejó de buscar la causa. Y eso es todo. Fin. Bueno…, también olvidó la sonrisa. Ahora sí: fin.
Témpera sobre papel

domingo, 20 de enero de 2013

Nanorrelato nº 245. Tan sencilla


Como la más suave de las brisas marinas, su mano le acarició la frente colocándole el flequillo lejos de los ojos, casi sin tocarle, deslizándose sobre su piel con la misma elegancia de una patinadora en los metros finales de su actuación. Acto seguido, le estalló un beso sonoro en la piel despejada momentos antes, cuya onda expansiva los noqueó a ambos unos instantes. Fue tan violenta la explosión, que olvidaron, de nuevo, la edad que tenían. Sí, así, de esa forma tan “sencilla” se transformaban un día tras otro en dos jovenzuelos.
Óleo sobre lienzo

miércoles, 16 de enero de 2013

Nanorrelato nº 244. Amigo, dueño.


La perrita Laika ladraba lo más fuerte que le era posible desde hacía un buen rato. Miraba muy contenta a la escotilla del Sputnik2 esperando que su dueño, su amigo, la abriese.  
Témpera sobre papel

sábado, 5 de enero de 2013

Nanorrelato nº 243. Un poeta


Un día, armado de valentía nuestro protagonista, cogió lápiz y papel y se dispuso, sin más, a escribir una poesía. Se sentó tranquilamente en un buen sitio, bien cómodo, y esperó. Al cabo de un tiempo razonable observó, llevándose la mano a la frente en signo de cansancio, que la cuartilla elegida para tan alto menester seguía blanca y expedita (de cualquier obstáculo de grafito). Al cabo de otro segmento temporal de la misma amplitud que el anterior, más o menos, volvió a llevarse la misma mano hasta la frente en signo parecido. Nada había cambiado salvo su frente, que ahora estaba totalmente perlada. Después de otro tiempo mucho más corto en extensión que los dos anteriores, la cuartilla y la frente habían cambiado un poco: dos lágrimas jugueteaban entre ellas buscando el camino más fácil para salir del rectangulado universo, y él yacía muerto hacia atrás, con la frente bien alta. Ése es (quizás) el precio real por tener la osadía de escribir una poesía, de ver escrita la verdad.
Acrílico sobre lienzo (91 x 66)

martes, 1 de enero de 2013

Nanorrelato nº 242. Amnesia


Otra vez al suelo: resbalón y golpetazo. De nuevo ese dolor agudo, desagradable a más no poder de las piedritas clavadas en las rodillas y en las palmas de las manos, y repartido por el resto del organismo, a partes iguales, como con espíritu navideño, vamos. Y luego ese frío horroroso que llega tras la caída, que te deja claro lo que creías que ya no existía << ¡Ja!>>. Y…, a levantarse. Después, a intentar olvidar, es decir, a esperar.
Acrílico y pintura industrial sobre lienzo (91 x 66)