- Cuantas veces, en cuantos momentos, cuantos
dolores de estómago y… más arriba y un poco a la izquierda, cuantas dudas,
cuantos reproches y, sobre todo, en cuantas ocasiones he bajado la cabeza
avergonzado, como el militar licenciado con deshonor, al ver un pajarito volar
en el cielo, ya que me recordaba a aquel pollito que abandoné de pequeño.
-
Pero… ¿por qué? Si los pollitos no vuelan, además. No entiendo la
relación.
- El tuyo quizás no. El mío, sí.
- ¿Por qué crees eso?
- Es obvio, mí querido terapeuta:
se fue. Para siempre.
- Bueno. Mañana más.
Acrilico sobre lienzo |
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