Toda una vida de esfuerzo. Sí,
toda, y con el único propósito de hacer trueque por reconocimiento. Cansancio
por enhorabuena, para con ello ganar
unos milímetros de altura. Sí, con el necesario fin de ser alto, claro está.
Y…, decírselo a los demás, y también a él mismo. Hasta que llegó ella, y de un
plumazo cogió el espejo que estaba a una distancia imposible, y se lo puso a la
altura correcta. Y él se miró y se vio, lo que nunca. Y además le dijo: ya eres
alto, pero si crecieses más, te lo iría colocando a tu nueva altura. Y Freud
tuvo que buscarse otra persona desorientada, en lo que a calcular altura
respecta.
Óleo sobre lienzo (en proceso) |
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