Érase una vez un par de
semillas que volaban juntas arrastradas por el viento. Durante su arduo viaje,
repleto de peligros que fueron sorteando porque eran dos semillas muy tenaces,
apareció una gran amistad que, con el tiempo, se transformó en un tórrido romance
para evolucionar a un sólido amor, ya que tuvieron la gran suerte de caer muy
cerca y así llevar a término todos esos planes maravillosos que imaginaron
durante el vuelo. Con el tiempo dos árboles magníficos salieron de ambas
simientes cuyas ramas, repletas de hojas, entrelazaban durante las primaveras.
Pero…, eran de dos especies distintas y uno de ellos creció más que el otro,
por lo que cuando llegaba la siguiente primavera, el más alto tenía que
agacharse para abrazar a su amante. Y como la condición arbórea es parecida a
la condición humana, se cansó del esfuerzo y una primavera dejó de agacharse.
La verdad es que era un árbol altísimo y precioso; tan era así que el dueño del
jardín lo arrancó y se lo vendió a un señor muy rico que lo quería en su palacio.
El árbol pequeño se encontró muy mal cuando le vio partir, a pesar de que no le
abrazase desde hacía varias primaveras, ya que sentía la misma intensidad
amorosa que cuando eran muy felices juntos. Pero el otro no: se marchó altivo
por estar llamado a grandes empresas y olvidó por completo al diminuto
compañero. Pasó mucho tiempo y el más pequeño siguió en el jardín, que
convertido en parque público, acumuló corazones de adolescentes enamorados que
le cosquilleaban el tronco y decenas de nidos de ruidosos pajarillos y…, olvidó
a su antiguo compañero, rehaciendo su vida con un simpático arbusto que desde
que germinó se había fijado en él. El
otro está en un cementerio, solo,
rodeado de amargados cipreses, ya que su importantísimo dueño al morir
quiso que le acompañase en su eterno descanso. FIN.
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
martes, 12 de diciembre de 2017
lunes, 11 de diciembre de 2017
Nanorrelato Nº 486. La Tierra Soñada
Confundía el amanecer con
la puesta de Sol: no era capaz de discernir si la dorada estrella subía o
bajaba. El pasado y el futuro se intercambiaban de forma sarcástica, como si
bailaran agarrados y una vez llevara uno y la siguiente el otro. Tampoco distinguía
si la barca iba o venía, si la playa se acercaba o alejábase, si los gritos de
los que se ahogaban aumentaban o disminuían. No era capaz de nada salvo de
agarrar a su hijo, del que tampoco sabía si crecería grande y sano en la Tierra Soñada o el mar se lo tragaría
transformándolo en un insignificante aborto.
jueves, 7 de diciembre de 2017
Nanorrelato Nº 485. No sé querer
No sé querer: no tengo ni
la más remota idea. Cuando me enamoro es tal la intensidad que pongo en ello,
que dicho maremoto acaba por destruir la pareja. ¡Qué daño me ha hecho leer
tanta poesía! Debería de guardar algo, algo de pasión quizá. La verdad es que
me desespero porque sufro innecesariamente sabiendo de antemano la solución,
que es lo gordo del tema. Prometo una y otra vez que voy a ser más
conservadora, que voy a pensar un poco más en esa relación estable que tanto
añoro y menos en mí…, pero nada, siempre meto la pata…, la pata frontal para
ser más exacta. Si es que soy una mantis
religiosa sin solución. ¡Otro que me como! Y mis ojos compuestos, de nuevo,
llenos de lágrimas ¡Qué desesperación!
martes, 5 de diciembre de 2017
Nanorrelato Nº 484. ¿Útil? Cuidado
Érase un christmas dejado
encima de una estantería, olvidado desde hacía muchas navidades. Los e-mails,
whatsapps y mensajes de face, que viajaban por el éter camino del móvil, se reían
de él, de su obsoleto mensaje y estática figura. De hecho, nada más llegar al
teléfono, le enviaban una carcajada en modo de pitido o campanilla, que es como
ellos muestran su desprecio, sobre todo los whatsapps, que son los más maleducados
y abyectos. Pero nuestro christmas no les hacía caso y, a pesar del tiempo
transcurrido, exhibía con orgullo el trineo dorado que llevaba pintado en su
cubierta, creyendo además de vital importancia y rabiosa actualidad el mensaje
manuscrito en su interior. Un día se oyó un estruendo, como un golpe seco. Miró
con disimulo y vio como el teléfono móvil estaba desguazado en el suelo.
Nuestro amigo pensó, de inmediato, en la muerte horrible que acababan de tener
todos aquellos que tanto se habían reído de él. De pronto, sintió un dolor
horrible en su cintura.
<< Eso, calza la
mesita con esa tarjeta navideña que…, lleva lustros ahí. Si lo hubieses hecho
antes, no me habría quedado sin móvil >>
lunes, 4 de diciembre de 2017
Nanorrelato Nº 483. El sitio correcto
<<
¿Qué…, estoy haciendo?>> Se preguntó el patito feo antes de frenar en
seco, bueno en mojado ya que estaba en medio del lago. Las ondas producidas por
el frenazo desconcertaron al cisne que llevaba al lado.
<<
¿Qué haces?>> le soltó rápidamente el precioso cisne hembra que nadaba
justo delante de él. << ¿Por qué paras así? ¿No ves que tienes que
seguirme? Tenemos que nadar en medio del lago para que nuestra belleza sea
contemplada por todos. Somos cisnes >>
<<No.
Me voy a la orilla a que me tiren pan. Tengo que dejar de ser “patito feo” y cisne. Yo no soy ninguna de las dos cosas. Soy un pato. De todas formas:
gracias, preciosa >> Y con un sonoro ósculo seguido de un cuá muy sincero, se despidió nuestro
ánade protagonista.
FIN
jueves, 30 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 482. La vasija embargada
Érase una vez un genio
español. Digo esto porque su morada habitual no era una cobriza lámpara a la
que bruñir para verle cara a cara, sino un botijo. Como todos los de su
especie lo que peor le sentaba era estar dentro de su casa encerrado,
situación en la que mataba el tiempo deseando que algún ser humano bebiese por
el pitorro pequeño y por el grande unos segundos determinados y, como en el
caso de sus congéneres arábigos cuando eran frotadas sus lámparas, salir al
encuentro de la persona afortunada para satisfacerle en sus deseos, para una
vez cumplidos (como todo el mundo sabe), volver de nuevo a su oscura e incómoda
morada. Pero un día su aborrecido botijo se rompió, y fue libre. Al cabo de
algún tiempo, la tristeza invadió su etéreo cuerpo dando paso a sensaciones que
jamás había sentido pero que había observado infinidad de veces. Se dio cuenta
de que al perder su casa ya no podía hacer de genio, ya no podía hacer feliz a
ningún ser humano y, en una centésima de segundo, se arrepintió de tantos
siglos de maldiciones a su botijo del alma: comprendió, por primera vez, la
causa de la desesperación de esas personas cuando se encontraban al borde de
perder “sus botijos”.
miércoles, 29 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 481. Canción del pirata bueno
Avisté el navío desde lo alto del puente de mando y, presto, ordené
rumbo hacia él. Una vez a su altura, mi tripulación lo cañoneó desarbolándolo a
la primera andanada, quedando la malvada goleta a merced de nuestro honrado
buque. Mis hombres, raudos como nadie, abordaron el barco de los malvados
piratas, dando por fin un final feliz a tantas fechorías cometidas. Una vez
encarcelados los bucaneros en la bodega, mis fieles marineros traspasaron todas
las riquezas que habían sustraído durante sus execrables días de navegación,
que rápidamente me puse a clasificar para devolvérselas a sus legítimos dueños…
<<Estás hablando en sueños,
Ambrosio. Venga, vete despertando que hoy nos manifestamos prontito. Y no te
olvides, como el otro día que ¡vaya disgusto me diste! de tomarte la pastilla
de la tensión, del riego, del estómago y del corazón…Vamos, que no te olvides
de ninguna>>
lunes, 27 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 480. ¡Jamás!
A diferencia de sus
anteriores y posteriores reencarnaciones, esta, de la que vamos a hablar, le
marcó más. Tanta fue su importancia que, a pesar de la imposibilidad divina en
la existencia de la más mínima contaminación entre las distintas vidas,
arrastró en todas las siguientes cierta parte indestructible. Sí, jamás pudo
olvidar nunca ni siendo aquel capitán de barco, aquel carpintero bonachón,
aquella lombriz lozana, aquella grulla comedora de lombrices, aquel caballo percherón, aquel feliz cocinero…, jamás pudo olvidar, repito, el dolor sufrido
durante el maltrato vivido en aquel nefasto matrimonio. Jamás pudo deshacerse
totalmente de las humillaciones, los golpes, las hirientes lágrimas tanto de
ella como de su hijo, agarrado a su pierna, al palo mayor, rezando en bajito
que pasara pronto la tempestad. ¡JAMÁS!
jueves, 23 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 479. Ángor
Tumbado en la motorizada
camilla, los rectángulos, cuadrados y líneas que habitaban boca abajo en el techo, iban
pasando a una velocidad pasmosa, mientras las luces, que se intercalaban entre
ellos, se mezclaban como si fuese la paleta de un impresionista en pleno brote
creativo. La respiración fuerte, decidida, que oía detrás, proveniente del
protagonista de la motorización, apagaba con facilidad el resto de sonidos. De
pronto, al frenar en seco, con la sorpresa que ofrece un guiñol callejero,
llenaron el espacio tres caras amigables y preocupadas. Sólo hablaba una de
ellas, con rapidez, mucha rapidez. El dolor desapareció a la par que varias
manos se posaron sobre el dolorido pecho, reconfortándolo ¡Qué maravilloso
color verde! Se acabó.
Se lo vuelvo a dedicar a mi amigo Leo, el cardiólogo
martes, 21 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 478. Las estrellas
No podía más. Estaba
prácticamente agotado. La liza era “a muerte”.
Deseó con todas sus fuerzas no poseer ningún rasgo humano. Se desesperó,
tembló y volvió a desesperarse. Y…, entró con su cuerpo. Un poco más tarde, eso
sí, ya que su mente le había tomado la delantera y estaba apoyada en la barra.
Miró las botellas como si de un gran planetario se tratara. Todas las
“estrellas” le parecían maravillosas y… ¡estaban tan cerca!
— ¿Qué quería, señor?
— Eh…un vaso de agua, si es tan amable.
— Aquí tiene.
— Gracias ¿Qué le debo?
— Nada, por Dios. Es sólo un vaso de agua.
— No. Es mucho más, caballero.
— Bueno, lo que usted diga, pero no le pienso cobrar nada.
— Muchas gracias. Buenos días.
Salió antes que su mente,
con una sensación horrible y maravillosa.
lunes, 20 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 477. La gama de colores
Se despertó tranquilo y miró
hacia el techo; casi de inmediato se dio la vuelta con el propósito de volver a
conciliar el sueño. No tenía prisa, ni para levantarse, ni para dormirse. De
pronto, le asaltó suavemente la respuesta que un día le ofertó su
mujer:<<La gama de colores lo dirá>> ante la pregunta <<
¿Crees que soy el hombre de tu vida?>> Estuvo años y años interrogándola
por el significado de aquello, a lo que ella jamás le respondió << ¡Que
cabezona!>>Se dio la vuelta, de nuevo, buscando una posición más cómoda y
al acabar el giro vio sus plateados cabellos desordenados en la almohada y
recordó como habían ido virando desde el negro más azabache y…, la respuesta
vino flotando. Volvió a dormirse con el silencioso arrullo del argénteo
reflejo.
jueves, 2 de noviembre de 2017
Nanorrelato Nº 476. Angola
Cayó fulminada. Los ojos de la
impotente madre se arrojaron sobre aquel todopoderoso occidental que no había
podido salvar la vida de su hija, la cual sólo tenía hambre…, desde siempre.
Por la cabeza del formado médico, de
forma automática, pasaron síndromes,
niveles de electrolitos, ósmosis, dobles membranas lipídicas, proteínas
diversas, y no sé cuántas jilipolleces más, intentando, como había hecho
siempre, justificar científicamente el por qué se había muerto la paciente.
Pero, de la misma forma que una brizna de hierba atraviesa el duro asfalto
aunque parezca imposible, ese execrable acontecimiento hizo que fuera más
humano para siempre, aunque…, como todo tiene su precio, sobre todo en el mundo
de Freud, todas las noches cuando está solo se toca en el corazón las dos
úlceras, una por cada ojo, que le tatuó
la madre al vomitar a ciegas la injusticia que llevaba dentro. Y no se
lo dice a nadie. Es el dolor, su secreto, el que le recuerda que es mejor,
mucho mejor.
Para mis amigos FER (Dr. de la
Calle) y Belén (Dra. Fernández). Allá en
Angola…..
lunes, 23 de octubre de 2017
Nanorrelato Nº 475. La verdad que saben las larvas
La
mariposa movía sus alitas rellenas hasta el último milímetro cuadrado de vivos
colores. Miraba al resto de grisáceas larvas, unos metros por debajo de su cota
de vuelo y recordó las palabras que le dijeron, hasta la saciedad, antes de su
metamorfosis << No lo hagas. Haznos caso. Este es un mundo de larvas.
¿Por qué te crees que nosotras no queremos saber nada del cambio? Todas,
absolutamente todas, podemos hacer lo que tú erróneamente vas a acometer. Pero
no vale para nada…, la verdad que te va a dar la altura no sirve salvo para
aumentar tu sufrimiento, que ahora sólo es curiosidad, y con eso se puede
vivir. Con lo otro, no>> Así que, llegada casi a la extenuación, no tuvo
más remedio que hacer el proceso contrario: volvió al suelo, se embadurnó de
cómoda falsedad y al poco sus alas de libertad cayeron podridas.
<< ¡Chicas, ya está aquí la
soñadora!>>, gritó una…, cualquiera.
viernes, 20 de octubre de 2017
Nanorrelato Nº 474. Incompetentes:¿por qué no os estáis tranquilitos?
Y la solución vino de las plantas. Sí, así fue, ya que los
incompetentes (convencidos de casualidad, ¡que la suerte siempre es
definitiva!), jugaron durante una semana a convertirse en geranios. Entonces,
se dio el milagro. Por un lado: los bloques, los barrios, las regiones, los
países, los continentes, los sistemas solares, las galaxias, los cúmulos de
galaxias y hasta los agujeros negros, y por el otro: los individuos, los
órganos, las células, los componentes celulares, las moléculas, los átomos, los
electrones, neutrones y protones y los quarks, volvieron a su estado normal,
con sus lógicos problemas, pero los de siempre. Fin. Todo se arregló. Otra vez,
fin.
martes, 19 de septiembre de 2017
Nanorrelato Nº473. Libre, de todo
Los había leído todos. Y hasta
alguno de ellos varias veces, para exprimir cualquier mensaje secreto que se le
hubiese escapado en su búsqueda de la adaptabilidad. Si se hubiese publicitado,
sería uno de los máximos referentes en libros de autoayuda. Tenía la casa llena
de postits que rezaban mensajes del estilo “Hoy es único”, “Claro que puedes” o
“Ahora empieza todo”. Cada vez que se asomaba a un espejo, verbalizaba con la
imagen allí mostrada: “tú eres el mejor. A por todas”. En la nevera, alimentos
que de ninguna manera proporcionaban metabolitos tóxicos que agravaran su
estado. Crema hidratante para las rozaduras de la mascarilla de nivel 2 para filtrar todos los
gases, tanto invernadero como de entretiempo. Hasta consiguió una bala de
material reciclable para evitar contaminar el mundo con las clásicas de plomo.
lunes, 18 de septiembre de 2017
Nanorrelato Nº 472. Violencia de género
Los moratones de su joven y
musculado cuerpo olían como las telas que inundaban el espacio tridimensional de
los velatorios de antaño, gargajos púrpuras que van anunciando a muerto.
Sentado al lado del cadáver, un muchacho agitado, con movimientos repetitivos,
exactos en distancia y tiempo por el extenuante entrenamiento llevado a lo largo
de toda su vida sin comprender nada. Sentado al lado del vivo, rodeado de
cables y pitidos que intentan desesperadamente fintar la guadaña, el mismo
muchacho con los mismos aspavientos. Ambas familias destrozadas en los
purulentos escenarios que la maldad ha conseguido clavarles a escoplo. Futuro y
presente unidos en una singularidad cuántica.
P.D ¡Aúpa, valientes! Se les puede derrotar
P.D ¡Aúpa, valientes! Se les puede derrotar
viernes, 1 de septiembre de 2017
Nanorrelato Nº 471. Lo normal
Se pasaba todo el mes de vacaciones intentando
recordar las contraseñas que usaba en el trabajo y en su vida habitual, ya que
en su día le dijo, un chico muy serio y muy listo que llevaba una camiseta con
la cara de Darth Vader, que era un error garrafal apuntarlas en un post it.
Bueno, las palabras exactas habían sido “agujero de seguridad”; y claro eso
sonaba fatal, sobre todo en los tiempos que corren. Así que, repito, como cada
media hora o así las repetía ayudándose de la musiquilla con la que había
aprendido de niño las tablas de multiplicar:” la de Windows…,ésta; la del
banco...,aquella; la de internet…,laquesea; la de twitter...,esta otra; la de
Facebook...,lademásallá” Y así ¡cada media hora!, porque era enorme la
complejidad y el número tan elevado de passwords, cada una con una mayúscula, una minúscula y
un número como mínimo, por supuesto. Así que el día, que por razones… ¡vaya
usted a saber! decidió quitarse la vida, encriptó la carta de despedida con el
algoritmo más potente que existía en ese momento. Al forense, por tanto, no le
quedó otra que encogerse de hombros dada la imposibilidad de saber la motivación,
a lo que un colega de veraneo del finado apuntó:
«¿Por qué lo habrá hecho? ¡Y estando
de vacaciones! Si era un tipo normal. Ayer mismo me tomé una caña con él, y a la media hora me dijo que tenía que irse a casa para repasar las
contraseñas. Vamos…, lo normal, lo que hacemos todos »
domingo, 28 de mayo de 2017
Nanorrelato Nº 470. El gran día
Ya no lo podía demorar más. Había llegado la hora, el momento de
la verdad. Sí, ya sabía que estaba preparado porque lo había
estudiado a conciencia. Pero a pesar de todos esos argumentos que
apuntalaban su éxito, los nervios eran inevitables. Había tardado
mucho en decidirse <<Mejor ir con absoluta seguridad>> A
lo largo de toda su vida siempre había sido una constante el ir
“bien ilustrado”, como le repitió en su niñez hasta la saciedad
su abuela en su educación paralela a la formal, que a ella siempre
le parecía insuficiente. Sí, era el momento. Se abrió la puerta
y…gran parte de las personas allí sentadas le miraron de
inmediato, debido a la invisible e irresistible llamada que provoca
la curiosidad. Con una inclinación rapidísima del cuello echó una
mirada de reojo a su vestimenta y se volvió a dar el aprobado, como
las otras cien veces que se lo había preguntado. Una vez llegado al
sitio, se detuvo en seco y comenzó: <<Señoras y señores, muy
buenos días. Me veo el la onerosa obligación de pedirles una ayuda,
unas monedas sobrantes…. >>
lunes, 22 de mayo de 2017
Nanorrelato Nº 469. Doctor Pollino
Érase una vez un burro fuera de lo corriente, en lo que a
inteligencia y honestidad respecta. Era cultísimo. Sabía de todo y
lo que es más importante: quería que su dueño se diese cuenta de
su cultivado saber para, según él, ser más productivo para la
sociedad. Mientras daba vueltas al molino, no hacía más que hacerle
señales a su jefe para que se diera cuenta de su sabiduría: le
escribía con la pata en la tierra el teorema de Gauss, miraba hacia
el cielo para que se diese cuenta del efecto Doppler manifestado en
el cambio de color de las galaxias, rompía los trozos de granito que
encontraba a su paso para que su dueño supiese que realmente estaba
formado por cuarzo, feldespato y mica y rebuznaba intentando
recordarle que la novena sinfonía de Mahler fue la última que
compuso antes de morir, por poner algunos ejemplos. Un día, mientras
se miraba en un charco para enseñarle a su patrón el concepto de la
reflexión de la luz y la diferencia de velocidad de ésta respecto
de la que tenía en el vacío, sintió un golpe tremendo en la
espalda y, a la par, con el rabillo del ojo, observó como su dueño
se le acercaba a una de sus enormes orejas por estribor << Me
importan tres cojones si Holden Caulfield, el protagonista del
“Guardián entre el centeno” sufría en extremo. Me importa una
mierda si el Universo es cóncavo o convexo o si las células
malignas inhiben la apoptosis, es decir, la muerte celular
programada. Aquí sólo hay dos puestos, el tuyo y el mío. Y yo no
quiero el tuyo. Es más, para conservar el mío, sólo tienes que dar
vueltas en ese puto molino de agua y mi Jefe político, que es
analfabeto perdido, que como bien sabes pasa de vez en cuando por el
camino de la montaña, vea que te mueves sin parar. Así que la
próxima vez que te vea titubear te muelo a palos>> Fin.
P.D: No es una montaña, es una colina (La esperanza jamás se
pierde)
jueves, 11 de mayo de 2017
Nanorrelato Nº 468. La auténtica lagartija
Érase una vez una lagartija que,
enamorada del Sol, intentaba llamar su atención desde que salía hasta su ocaso
sin obtener respuesta. Día tras día, recién acicalada, bailaba y bailaba
intentando inútilmente que el lejano astro se fijara en ella. Por la noche,
leía novelas de amor y se imaginaba que aquellas escenas tan maravillosas le
ocurrían a ella, y esa ilusión era el motor para volver a intentarlo al día
siguiente. Pero un día, cansadísima de tanto fracaso, se quedó debajo de su
piedra, quieta, callada, sin gesticular…, y amaneció el día más nublado que
jamás se había visto. A la mañana siguiente, subió de nuevo a la piedra en la
que habitualmente hacía sus piruetas, pero esta vez se quedó quieta, sin llamar
la atención, siendo como realmente era ella, haciendo lo que le apetecía. Y el
Sol la abrazó con sus rayos anaranjados, para juntos ser felices siempre.
miércoles, 3 de mayo de 2017
Nanorrelato Nº 467. Asbjorn III. El vikingo (de la lira) de Blade Runner
— ¿Escuchaste algo que resaltar cuando fuiste al
futuro, Asbjorn? - preguntó el capitán.
— Pues oí a alguien, detrás de
una ventana muy rara que llaman cine, decir algo muy pero que muy profundo. Hablaba de la vida
y la muerte…
— ¿Un vikingo?
— No lo sé.
Decía algo así...aquí lo apunté: “Yo...
he visto cosas que vosotros no
creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar
en la oscuridad cerca de la
Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en
el tiempo... como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir"
— ¿Era rubio y fuerte?
— Sí.
— Un vikingo, clarísimo. ¡Chicoooos: Los
vikingos somos los dueños de la
Tierra en el futuro! (gritó el capitán desde la proa del
barco contestado al unísono por el bramido de la tripulación al completo)
<< ¡Por Odín, que cruz
tengo con ellos!>>
viernes, 28 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 466.Asbjorn, el Vikingo (II). La carcajada
O sea, que me dejan en tierra vamos (exclamó Asbjorn, mentalmente). ¡Será posible! Después de tantos años
acompañándolos en sus ataques, convirtiendo en arte sus
hazañas…injustificables, que es lo que tiene el arte, que es mágico y puede
transfigurar en bueno lo malo y hacerlo inmortal, claro está. Además, ejerciendo
de terapeuta de todos, porque muy chulitos en público alardeando de ser un
vikingo feroz. Pero en privado, muchos hombretones he visto desmoronarse por
esa lucha interior que aparece después del combate. ¿Y quién estaba ahí,
siempre?: Asbjorn. Y con mi lira y mis poemas, calmé y humanicé a todos los monstruos que se les aparecían en
el duermevela.
Y me van a
dejar aquí, en el poblado... ¿Por qué? Porque soy viejo. ¡Increíble!
<<Asbjorn, tienes que
entenderlo: no podemos parar cada medio reloj de arena a que orines, porque
tengas la próstata grande. Que para un vikingo, el factor sorpresa es
fundamental>>
<<Pues recordad lo que os
digo: Sin arte en el barco, vuestros días y vuestra...perdón, nuestra cultura,
está perdida. Que las espadas no son nada sin la música y la poesía >>
<< ¡Jajajajajajajajajaja! (fuerte carcajada)>>
jueves, 27 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 465. Asbjorn, el vikingo
Corría el año 1017 en una pequeña
aldea vikinga. Sus componentes masculinos, cuando lo consideraban, montaban en
su flamante barco e iban a saquear pueblos lejanos. Nuestro protagonista,
Asbjorn, era un vikingo de pura cepa, sólo que la espada la llevaba de adorno.
Su arma real era la lira, y durante el viaje de ida y el de vuelta, animaba a
sus compañeros en su ardua tarea. Pero realmente Asbjorn estaba un poco harto
de su cometido ya que tenía la sensación de que era algo parecido al hilo
musical, que hace más liviano el trabajo pero que nadie le da importancia. Y
Asbjorn tocaba y recitaba a lo más importante de su vida: el amor y el desamor.
Claro, el siempre bajaba el último en los ataques (así se lo había ordenado el
capitán) y cuando llegaba a la saqueada
aldea con su lira, en las mujeres y hombres a los que acababan de robar todo
sus colegas, no despertaban mucho interés sus rimas amorosas. Así que a la
vuelta de uno de los viajes, le contó al hechicero su problema, y éste, que era
un mago acojonante, le proporcionó una pócima para que se adelantara mil años
exactamente y viera si en esa época futura su arte tendría mayor consideración
<<Algún día estos bárbaros dejarán de saquear. Mira a ver si eso es
cierto. Yo creo que te irá bien. De hecho te doy un segundo frasco de poción
por si decides quedarte allí para siempre>> Y allí fue Asbjorn, al 2017.
<< ¿Ya estás aquí? Cuéntame, ¿cómo es el futuro? >> Y nuestro
vikingo poeta le relató que le habían llamado perroflauta, que: ¡cómo iba por ahí con una lira!; y que un niño,
cuando decidió volverse a su época y tiró la pócima de la permanencia a un río,
le dijo que era un sinvergüenza porque eso se deja en el contenedor de
orgánicos. <<Malos tiempos…siempre, para los poetas, pues>>, exclamó
el mago.
martes, 25 de abril de 2017
Manorrelato Nº 464. La mora
Se esforzó por ser
una buena mora. Sus pinchos, escogidos y afilados, daban dignidad a toda la
planta, que a ella le importaba “el todo”. Su color morado era espectacular,
sin igual. Incluso, con tiempo y mucho esfuerzo, llegó a conseguir la
excelencia de las moras: que su mancha, si se diese, jamás se quitaría con otra
verde. Pero no se dio. No. Nadie la recogió. A todas las personas que por
enfrente de su zarza pasaban, ninguna se interesaba por ella. Unos que si iban
a hacer mermelada y que claro, si la mezclaban con las otras de sabor más
normal, pues eso, que el bote no tendría un sabor continuo. Otros, que iban
comiendo según cogían, pues que para qué, si ya estaban acostumbrados al sabor
mediocre ¡No querían sorpresas! Preferían comer...lo de siempre. Y allí, sola
entre espinos, que también estaban enfadados con ella ya que nunca habían
pinchado a nadie, se pudrió nuestra
esforzada, honrada y muy preparada mora. Fin.
jueves, 20 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 463. Vientos de sintasol
—
¿Te has enterado?
—
¿De qué?
—
¡Hija, es que estás más despistada! Pero si no se habla
de otra cosa.
—
Ya, es que llevo una actividad frenética. Dime
—
Pues eso, que parece ser que nos van a sustituir.
—
¿A nosotras? ¿Por?
—
El porqué, no lo sé realmente. Pero sí por quien: por
un sintasol.
—
¿Sintasol? Pero…eso no puede ser. Si el sintasol es una
imitación barata de baldosa. Anda, anda, que vaya tonterías se comentan.
—
Te lo juro. Es totalmente cierto.
—
Pero… ¡si nosotras hemos cumplido siempre con primor
nuestras obligaciones!
—
Eso no tiene nada que ver, por lo visto. Vamos, es lo
que dice la que está más cerca del escritorio del jefe que oye todo a la
perfección. Creo que lo que más preocupa ahora es la posibilidad de cambiar más
fácilmente.
—
¿De cambiar? ¿Por un sintasol?
—
Claro, nosotras somos fijas. Para quitarnos tienen que
hacer mucha obra, contratar a mucha gente, pedir licencias costosas y cosas
así. En cambio con el sintasol el
compromiso es menor. Lo quitan y lo ponen cuando quieren.
—
Pero, no entiendo nada ¿Y todo este tiempo cumpliendo
con nuestra obligación? ¿Te acuerdas de aquel año, el del problemón, de todos esos cigarrillos apagados con el pie y nosotras
sin rechistar, brillando a pesar de la adversidad? ¿Te acuerdas de los saltos
tan tremendos en aquella fiesta y nosotras tan resistentes? Ah ¿y recuerdas
aquella vez que aquel jefazo se tumbó con su amante…y nunca dijimos nada de
nada? Fuimos discretas para evitar cualquier problema a la empresa. ¿Y todo
eso? ¿Ya no les importa?
—
Pues por lo visto no. Creo que lo más relevante es
“disminuir el compromiso”
—
Estoy perdida. Vamos a ver: ¿van a hacer una obra
costosísima para sustituirnos por un plástico?
—
No, no has entendido nada. No nos van a quitar. Nos lo
van a pegar encima. Así, de esa forma, se ahorran todo lo demás. En teoría,
legalmente hablando, no nos quitan y por tanto…bueno no sé exactamente lo que
quieren decir, pero es algo así como vacío
legal.
—
Pero si nos ponen encima un plástico nosotras ya no
existimos. Ahora lo entiendo menos.
—
Yo tampoco comprendo nada amiga mía.
—
Dios mío ¿qué es ese olor tan horroroso?
—
El pegamento. Y luego, vendrá la oscuridad y el olvido.
miércoles, 19 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 462. ¡Qué razón llevaba!
Miró la radiografía del derecho y
del revés. La alejaba y acercaba con el objetivo de que esos cambios de distancia,
como hacía con el crucigrama del dominical para no confundir verticales con
horizontales, le diesen alguna pista. No veía nada reconocible o que tuviese
algún sentido, salvo una mancha, parecida a un borrón de esos que de chico
echaba en el cuaderno. Sonrió levemente al recordar cuando su maestro, don
Agapito, le repetía hasta la saciedad, adornada de coscorrones: «Cuidado con
los tachones, Marianito: te pueden costar muy caros». « ¡Qué razón llevaba!»,
dijo en voz alta dando otra vuelta a la radiografía.
miércoles, 12 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 461. Los seres invisibles
Una vez, en un viejo pañuelo,
fueron a encontrarse una lágrima y una gota de lluvia . En un primer instante no
se dijeron nada, pero al poco empezaron cada una a esgrimir sus poderosas
razones de posesión de la tela.
— Este pañuelo es de mi propiedad, ya que el dueño se
secó en él el resultado de un desastre amoroso, que soy yo.
— De eso nada. Este pañuelo fue tirado en la calle y yo,
caída del cielo, fui a posarme en él. Por tanto es mío.
Después de un buen rato
discutiendo, oyeron un grito desesperado:<< ¡Dejadme en paz. Respetad mi
silencio y…mi soledad! >> Les dijo el pañuelo, que empezaba a ser agitado
por el viento de la madrugada.
martes, 11 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 460. ¿Psiquiatra o siesta?
Los sueños, sus sueños, sí, esos
que eran como pájaros de tonalidad rosada muy agradable, fueron de repente
perdiendo altura hasta que, ya a tiro de un grupo de crueles y certeros cazadores
que portaban las mejores escopetas existentes en el mercado, empezaron a
disparar contra ellos derribándoles a todos sin excepción. Una vez en el suelo,
que no era un mullido colchón de hierba fresca como en las praderas de las
películas del lejano oeste, sino un barro húmedo y pestilente, fueron
pisoteados por una manada rabiosa y descontrolada de ñúes, cuyas pezuñas iban
rematando a aquellos rosados sueños que habían tenido una segunda oportunidad
después de la perdigonada recibida.
<< Ufff..., vaya pesadilla
¡No sé si debería ir al terapeuta o no volver a quedarme dormido viendo estos
programas de animales!>>
jueves, 6 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 459. Siguiente sitio
No encontraba su
lugar. De nunca, esa es la verdad, aunque se engañaba constantemente: trampeaba
a su subconsciente ya que iba de sitio en sitio, siendo sitio un comodín, es
decir, cualquier cosa: pareja, amigos, playas, ciudades, lugares de vacaciones,
consultas médicas…vamos, repito, cualquier cosa en neutro, femenino o
masculino.
Se preguntaba,
en los momentos lúcidos que tenía por desgracia, si sería una equivocación de su
¡última reencarnación! Hasta en eso se
engañaba, ya que sabía antes de hacerse la pregunta, que no creía en la
reencarnación.
…Siguiente
sitio…éste parece bueno.
lunes, 3 de abril de 2017
Nanorrelato Nº 458. La casa de paja
Cuando se
terminó de verdad todo lo que tenía ahorrado no se desesperó. Curiosamente, lo
que le vino a la mente fue su cuento favorito, aquel que tantas y tantas veces
su madre le había leído hasta grabarlo en su mente a prueba de demencias. No
dejaba de resonar la frase «y soplaré y soplaré y tu casa derribaré». Se sentó
en el suelo.
—¿Qué haces,
papi?
—Esperando al
lobo, hija.
Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"
jueves, 30 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 457. A mejorar
Llegó uno de los
momentos más duros de toda su vida, el de la separación. Inevitable. Sí,
inevitable. Lo había intentado todo. Todo, todo, cuantitativamente todo. Ya no
podía más. Los ojos llenos de lágrimas, la cabeza a reventar, asfixia. Los
médicos, todos a los que había acudido, nada pudieron hacer. Visitó a los
mejores y nada, no hubo solución. Después de cinco años juntos, cinco años
intensísimos, cinco años de la mejor y más gratificante compañía, todo se
acabó. «Aquí vas a estar muy bien. Vendré a verte». Después de esa breve
despedida salió a la calle, cogió el autobús y regresó al hogar, ahora vacío. Se
tomó la medicación de la alergia, alergia al epitelio gatuno. Empezó a mejorar.
Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"
miércoles, 29 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 456. Salta al hiperespacio
—Mira qué planeta más bonito, parece una bola azul.
¿Nos acercamos, Levo?
—No sé…, Dextro. Bueno, venga.
—Allí parece un buen sitio para cotillear. Anda,
activa la invisibilidad, Levo, no vayamos a darles un susto innecesario.
—Vale.
—Hummm, qué curioso. Qué construcciones más llamativas
realizan estos organismos.
—Estoy de acuerdo. Vámonos a otro sitio. Hagamos un
pequeño estudio de homogeneidad, Dextro.
—Bien. Mira allí, en aquella esquina de ese
continente, esa zona que tiene forma de cuerno de mamut gorditiano. Parece un
buen lugar.
—Qué raro…, que abdómenes más abultados. ¿Son otra
especie?
—No lo creo. El analizador genético no señala
diferencias al respecto.
—¿Entonces?
—Creo recordar, pero es sólo un vago recuerdo de
estudiante de biología universal, que en determinados organismos, a
consecuencia de una falta proteica, el agua invade los tejidos. Pero… te repito
que hace mucho tiempo y no estoy muy seguro.
—Pero…, Dextro, un déficit proteico implicaría que se
están muriendo de hambre. ¿Cómo van a permitir entre seres vivos, y más de una
misma especie, que se mueran de inanición? ¡Tienes cada cosa!
—Llevas razón. Siempre he tenido la polaridad más
negativa que positiva. Pero, por lo que más quieras, Levo, vámonos de aquí que
hay algo oscuro que me hace temblar las antenas. Salta al hiperespacio, por
favor.
Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"
martes, 28 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 455. El siguiente
Era un paciente más. No
lo digo en tono despectivo, no, sólo en numeral. Era el siguiente. Además, eso
era muy importante. Sí, parece trivial, pero ser el siguiente es crucial. Le
miró, le dijo lo que tenía que decirle; en buen tono, pero con la inmutable verdad
siempre por delante. No eran buenas noticias, pero ahora lo importante es que
el enfermo supiese que tenía un médico delante. Una vez terminada la
conversación, una vez dicho todo y agradecido por ambas partes el haber sido un
magnífico paciente y un buen médico, justo antes de darse ambos la vuelta,
limpiaron una mancha que tenía el espejo.
Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"
lunes, 27 de marzo de 2017
NanorrelatoNº 454. Su música
Entró decidido a no entrar. Necesitaba medirse, a ver qué tal iba de fuerza, a echar ese pulso que tantas y tantas veces había perdido por muchísima diferencia. No la miró, aunque sabía más que de sobra que ella sí le había visto: sentía sus ojos, su magnética luz. Una vez allí se dio cuenta de que era muy pronto para hacerse el chulo. El sudor frío de su frente le delató. Oyó su voz, su música celestial, su suerte. Ya era muy tarde para darse la vuelta. «Perdón, camarero, ¿me cambia para la máquina?».
Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"
viernes, 24 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 453. El velocirraptor
A aquel
que haya encontrado y, por supuesto, abierto esta botella, quiero comunicarle que no pretendo ayuda, solo
charlar un rato. Para ello, quería decirle
que durante muchos años trabajé muy duramente en el continente, jornadas de
doce horas con finales horribles del tipo «mis hijos ya dormidos» y «cariño, hoy me he arrastrado un poco más que ayer». Así que un buen día
decidí, siempre
dentro de mis cabales, hacerme náufrago y…, me lancé en una
liviana nave a la inmensidad del océano, con el objetivo como digo, de
convertirme en náufrago. Cuando dicho propósito estaba a punto de cumplirse
gracias a que mi débil embarcación estaba haciendo aguas como loca, se me
presentó como en un sueño, una
maravillosa isla de un verde fluorescente. Hacia allí fui nadando con mi antiguo objetivo muy
mejorado, es decir, convertirme en un náufrago pero
de primera especial. Llegué hasta la
playa, desde donde ahora mismo le escribo esta carta y me tumbé y, por primera vez en mi vida, dormí, en el más estricto
sentido de la palabra, ya que lo que había
hecho hasta entonces era descansar. Pero…
un buen día, que
estaba intentando pescar con un palo afilado, se me presentó un velocirraptor que, lo primero que intentó,
como ya habrá adivinado usted, fue tragarme, no ya de un bocado sino
despedazándome. Y, hasta hoy. Desde aquel instante, no paro de correr delante
de él, que nunca logra alcanzarme porque como tiene tantos miles de años, pues eso, tiene poca velocidad. Pero el
caso es que no estoy tranquilo, todo el día
vigilando y corriendo. He intentado hablar con él, y me ha
dicho que no quiere comerme, que después de tanto
tiempo comiendo cocos le sería imposible
digerir la carne. Que sólo quiere
matarme, porque le he «jodido su soledad». Y ahora me planteo volver a ser
náufrago, pero…, volvería a mi vida anterior y, la verdad, casi
prefiero seguir corriendo delante de este anormal.
Relato del libro "El Velocirraptor y 53 relatos más"
martes, 21 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 452. Al otro lado
Al salir por la puerta, cuando
todavía estaba próximo a ella mientras se abrochaba el abrigo mirando los
botones uno a uno por no mirar a ningún otro sitio, notó como el reproche
musitado al otro lado atravesaba la mirilla y se alojaba en su espalda cual
certera saeta. Sabía, porque no era tonto, que era el final, ¡y de los peores!
que son aquellos en los que no existe ni tan siquiera la leve anestesia de un
simple aspaviento. El tiempo que tardó en alcanzar el portal fue más que
suficiente para recordar toda la vida vivida.
Sí, toda.
miércoles, 15 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 451. A dos horas
Desde hacía algún tiempo, todos
los dioses del Olimpo estaban muy preocupados. Sentados, cabizbajos, viendo
cómo su jefe, Zeus, daba vueltas y saltos de forma compulsiva. Jamás le habían
visto así. Era cómo si él hubiese perdido la paciencia, algo del todo imposible
dada su posición y curriculum.
<<Dos horas, dos horas. La
distancia…>> exclamaba mientras realizaba las extrañas piruetas.
<<No me miréis así ¿No lo
entendéis? Pues…, mirad hacia abajo: aquellos dos chiquillos que desde aquí
parecen juntos, uno está llorando porque se le ha roto su plumier y el otro
porque su nuevo hermanito ha muerto de hambre, igual que el anterior y el
anterior y el anterior…. ¿Comprendéis? Me equivoqué, pensaba que estaban
juntos…, y están a dos horas de avión. No le di importancia a esa distancia. No
supe verlo. Me equivoqué.>>
lunes, 13 de marzo de 2017
Nanorrelato Nº 450. ¡Buen número!
Un excelente día se puso a
caminar. Bueno…mejor dicho y para no ser exagerado: un día cualquiera empezó a
andar. Era lo que todo el mundo (muy preocupado) quería, que caminara, que avanzara de una vez, que ya estaba bien, que quedarse
parado no sirve de nada, que la vida es ir siempre hacia delante. Bien,
pues armándose de valor y realizando un esfuerzo (¿sobrehumano?) lo hizo. La
primera vez dio unos pasos temblorosos que provocaron el júbilo de los que ‘le
querían’. Poco a poco, con tesón y esfuerzo esos incipientes movimientos
inestables se fueron convirtiendo en zancadas seguras, firmes, hasta tener por
completo dominada la ‘técnica’ y ofrecer ya, sin pensarlo, paseos que eran la
delicia de todo el mundo.
<< Mira que son graciosos
estos perritos que andan sobre dos piernas como si fueran hombres, ¿verdad, hijos? Después vienen los leones…>>
viernes, 24 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 449. Papiroflexia
—
¿Cómo quién seré? ¿A quién me pareceré? ¿A don Quijote? Umm… ¿Madame Bovary? ¿El Guardián entre el centeno? ¿Bartleby el escribiente?
—
No veo nada de eso en mi bola, amiguita.
—
Y... ¿qué ve?
—
Agua.
—
¡El mar! Eso es: El
viejo y el mar. La segunda parte, estoy convencida.
—
Puede ser. Pero podría ser un río o un arroyuelo...no
estoy seguro.
De pronto la
consultante sintió un dolor agudo a lo largo de todo su cuerpo, un dolor
‘rasgado’, como si la arrancaran de algún sitio. A éste le siguieron otros
dolores articulares, como si la doblaran en partes más pequeñas. Y… en forma de
barquito, escrupulosamente blanca, la hoja de papel fue a perderse en la
alcantarilla más próxima.
jueves, 23 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 448. El techo
— Bueno, tú dirás.
— No sé por dónde empezar, mejor dicho,
por dónde seguir.
— Tranquilo. Date tu tiempo. No hay prisa
— ¿Tengo
mucho?
—
El suficiente.
— ¿Para?
—
Para ponerte bueno.
—
¿Seguro?
—
Si no lo crees, difícil que ocurra.
—
Ya. Al final todo en esta vida se resume en creer o no
creer ¿verdad?
—
Oye, que el psiquiatra soy yo.
—
Ya, pero no te hablaba a ti.
—
¿Ah no? ¿Entonces a quién?
—
Al techo, que me mira y escucha. ¡A quién va a ser! ¿No
es él el que te cuenta la verdad cuando
dejo el diván?
miércoles, 22 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº447. ¡Tan requetebién!
No entendió en absoluto las tres
razones, quizás cuatro, que le habían esgrimido para echarle de su puesto de
trabajo. No tenían ni pies ni cabeza…ni cuerpo de dónde salir. Y aquel instante incomprensible se estiró como
un chicle, y comenzó una carrera de entendimiento negativo o a medias, siendo
generoso, de la mayoría de las cosas que se asomaban a su vida. Al poco tiempo,
tampoco se entendía con su familia, ni con amigos, ni tan siquiera consigo
mismo. Y sobre todo, no comprendía cómo los cartones, que tantas veces había
tirado a la basura, podían calentar tan requetebién.
miércoles, 15 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 446. Que pase el siguiente
Érase un hombre
honrado. Mucha gente importante desconfiaba de él. Bueno, no quiero exagerar:
desconfiaban muy pocos, la verdad, lo que pasa es que al resto le importaba una
mierda su cualidad, que es prácticamente lo mismo que desconfiar. Y no hay
mucho más que decir. Es triste, sí, pero me cuesta añadir algo más. Bueno, no
quiero ser un narrador omnisciente injusto y me voy a explayar un poco. Nuestro
protagonista era médico, y a pesar de todas las órdenes absurdas, incoherentes,
egoístas y que en el fondo nada tenían que ver con la curación de las personas,
él seguía siendo médico. Y, diciendo día tras día la frase mágica qué, como si
de la mismísima piedra filosofal se tratara, hacía resistir al Sistema
Sanitario para el cual trabajaba convirtiendo el plomo en oro: << Que pase el siguiente>> Fin.
jueves, 9 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 445. Bipartición
Érase una vez una bacteria muy
buena. Digo buena porque no quería hacer daño a ninguna célula, aunque pudiese
de sobra. Todas sus compañeras de cepa se reían vehementemente mientras
colonizaban y atacaban sin piedad sus
objetivos, mientras que ella no lo hacía. Nuestra amiga simplemente se dividía, y su bondad era repartida entre sus
dos hijas recién nacidas, las cuales
seguían siendo objeto de mofa. Pero curiosamente, las risas sólo estaban
dirigidas a una de ellas, ya que la otra bacteria resultante de la división
dejaba rápidamente de ser buena y se convertía en mala; vamos, en normal, como
el resto. Así que, por ahora (hasta el término de este nanorrelato), siempre quedaba
una buena.
— ¡No está todo perdido, chicas!— se decían
unas a otras, las células supervivientes.
miércoles, 8 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 444. Las gafas oscuras
<<Pero… ¿por qué?>>
se preguntaba ante la sacudida que le volvía a ‘regalar’ la vida. << ¡Otra
vez en el mismo carrillo!>> De nuevo, todo el proceso de encontrar una
razón a tantas bofetadas, inundó su cabeza. Volvía a comenzar la búsqueda con
el manido <<Pero si yo no soy mala persona >> Doy fe, como narrador,
que así era. Era una persona buena, muy buena y con unos valores de esos que
ahora se consideran ‘pasados de moda’. Lo que sí que era evidente, es que hasta
algunos (menos mal que no todos) de los seres a los que había ayudado, por
ejemplo, de una muerte existencial segura,
le habían devuelto semejante acción con un amargo mandoble (por no decir un
hostia tremenda). Hasta que… en su desesperación consultó a un adivino; sí, de
esos que piden la voluntad. <<Cómprese unas gafas de sol>> le
diagnosticó. Y así hizo. Y todo mejoró: disminuyeron drásticamente los
mamporros. ¿Por qué? Pues porque nadie podía verse reflejado en sus ojos como
realmente era, cualidad que suelen tener los órganos visuales de las buenas
personas. Por tanto, gracias a la oscura barrera cristalina, la ‘mala gente’
siguió engañándose, debido a que el espejo de la reina del cuento Blancanieves dejó de estar disponible.
Bueno, se las quitaba ante quien le daba la gana. Claro, ¡no van a ganar los
malos!
lunes, 6 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 443. La Conjura de...
Érase una vez una persona dada
por loca. Ella luchaba insistentemente por defender su cordura, pero el veredicto
le llegaba por muchos caminos: en alto, en susurro, escrito…, y a veces, con un
dedo girando en torno a una sien. Pero de repente, el mundo empezó a cambiar
según sus asertos científicos:
<< ¡A lo mejor no estaba
tan loca!>>
<< ¡Es posible que lo
supiera!>>
<< ¡Habría que pedirle
cuentas!>>
<< ¡Habrá que ver cuanto se
callaba!>>
<< ¡Ha sido por su
culpa!>>
<< ¡Eso!>>
<< ¡CLARÍSIMO!>>
…Y la loca acabó en el fondo del volcán para apaciguar la furia de los
dioses.
viernes, 3 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 442. El pescador
Érase una vez un hombre que no
creía en lo que hacía, a pesar de salir todos los días en su barca a pescar. No
creía en su trabajo pero no era ningún sinvergüenza, así que madrugada tras
madrugada recorría con su minúscula barquita la distancia que él consideraba
prudencial y óptima para llevar a cabo su objetivo. Un buen día le adelantó una
barca mucho más pequeña que la suya, lo que le llamó mucho la atención. No sólo
le rebasó, sino que se adentró en el mar una distancia ‘enorme’ según sus
cálculos, realizados mentalmente y dados por buenos por su larga experiencia.
Se preocupó por el probable destino fatal de aquella embarcación, así que
decidió esperarla por si, a la vuelta, necesitaba cualquier tipo de ayuda. Al
cabo de unas horas, la barquita volvía a puerto y, al cruzarse con el honrado
pescador, éste entabló una conversación:
—
Con esa barca tan pequeña, amigo mío, no debería
adentrarse tanto en la mar.
—
Ya, pero las sirenas se encuentran mucho más lejos de
donde tira usted la red.
jueves, 2 de febrero de 2017
Nanorrelato Nº 441. Bálsamo profiláctico
Estaba como un flan. Era lógico
por otra parte, ya que era su primer día de trabajo. Ya, ya sabía que la habían
engañado, que no era “eso” lo pactado, lo prometido, lo hablado de forma amigable y distendida con
su “jefe”<< Pero los tiempos son lo que son, y lo peor de todo…el mundo
“es lo que es”>>. El dinero, tan necesario para su familia, se fijó en su
mente como primer y único objetivo, y de esa forma aplicó el bálsamo profiláctico tan necesario para dar el
siguiente paso laboral: paró el primer coche <<Hola guapo, ¿quieres
compañía?…>>
martes, 31 de enero de 2017
Nanorrelato Nº 440. Tú, que sientes.
Tres
vertical: amor; valor determinado como bien común: justicia; dos horizontal:
acción y efecto de proteger…facilísimo; cinco vertical: compasión. ¡Chupado!
<<
Psst. ¿Te parece normal lo que estás haciendo?
<<
¿El qué?>>
<<
Hombre…, no sé. Ponerse a hacer un crucigrama cuando está en juego la cuantía
de la fianza…>>
<<
¿Qué más da?>>
<<
¿Cómo que qué más da? Me estás poniendo nervioso, y además te está mirando el
juez y verás…>>
<<
Tranquilo. ¿Tú crees que va a variar algo el que haga o no crucigramas estando
acusado y siendo un asesino múltiple? Anda, atiende tú… que sientes.
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