Un trocito de....

"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner


viernes, 19 de octubre de 2018

Nanorrelato Nº 526. Historia Clínica Electrónica

Érase un médico, bueno en su profesión he de añadir, que encontró a su enemigo más poderoso. No, no era el cáncer, ni el dolor, ni la desesperación, ni el “qué tendrá este paciente”, ni el “se me muere”, por poner algunos ejemplos. No. Su máximo enemigo era: el ordenador. Obligado a detraer tiempo de “voy a volver a tocar esa tripa”, o de “voy a ver si me vuelve a contar eso mismo que no me ha gustado nada” o de “voy a mirar a los ojos a este señor que eso es lo que necesita”, cada día de trabajo era un suplicio, ya que siempre se quedaba muy inseguro con una sensación de que podría haber hecho algo más durante el tiempo que tardaba en “pegarse” con la máquina. Una vez, se puso tan nervioso que le recetó a una señora un clik cada ocho horas de amoxicilina. La señora volvió al rato preguntando por su extraño tratamiento, a lo que nuestro galeno le dijo que perdonara, que lo que había querido decir era una amoxicilina cada ocho clicks. La señora, muy educada e intentando ayudar a su médico que en ese momento estaba utilizando el fonendo como si fuese el ratón mientras llamaba a informática diciendo que no funcionaba nada, como era licenciada en matemáticas le preguntó que si la unidad click era equivalente a la unidad hora. Le dijo que sí, que sustituyese una por otra y ya está. Y dándole las gracias mientras se marchaba, gritó « ¡Que pase el siguiente CPU!»

martes, 16 de octubre de 2018

Nanorrelato Nº 525. Salario mínimo interprofesional

Llegó hasta el final y como iba distraído casi se cae. « Vaya…, pues era verdad que el mundo es plano» Se dio la vuelta rápidamente con un susto que pa qué, y con las prisas casi le atropella un unicornio rosa. Pensó en darse un baño relajante, aunque estuviésemos en octubre y el agua un poco fría, pero nada más meterse Nessie sacó la cabeza desde el fondo del lago y…, pies, para qué os quiero. «Bueno, iré a la montaña que siempre me ha distraído» Pero cuando iba a coger el coche el abominable hombre de las nieves le cerraba el paso. Así que se fue dando un paseo hasta un cajero automático para sacar dinero ya que se acordó de que era primero de mes « ¡Pero si me han subido el salario mínimo a mil euros! Hay días en que todo es posible»

martes, 9 de octubre de 2018

Nanorrelato Nº 524. ¿Baladí?

Por fin se decidió y aquella camiseta tan molona fue a parar a su propiedad, sin pagar. Cuando llegó a su domicilio, se dio cuenta de que tenía colgando la alarma. «Me da igual, si es para estar por casa» Y así quedó el asunto, salvo que cada vez que va al baño, el cual comparte pared con un comercio, salta la alarma. Nadie entendía lo que pasaba, de hecho los directivos de la cadena dueña de la tienda denunciaron por incompetentes a la empresa que instalaba los sistemas anti hurto. Actualmente expertos en fenómenos extraños peregrinan a la tienda con aparatos medidores de no sé qué energías intentando dar una explicación paranormal a los pitidos, los cuales se compaginan con el ritmo intestinal de nuestro pequeño ladrón.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Nanorrelato Nº 523. Benditas elecciones perdidas

Literalmente: se cagó de miedo. Afeitándose se acordó que su vecino, el que trabajaba en la Universidad, como trueque a que él cuando era Gerente de un hospital había enchufado a su hijo en una suplencia de tres meses de verano, en su día le regaló un título de un máster que la verdad, ni se acordaba en qué era. Poco tiempo duró su miedo ya que pasó al estadio de pánico al escuchar mientras iba en el coche oficial el acrónimo T.F.M. Tampoco duró mucho la fase de pánico, porque enseguida volvió a la realidad y le arropó la tranquilidad  « ¡Pero…, si soy el chófer!»

viernes, 7 de septiembre de 2018

Nanorrelato Nº 522. Ahí está la respuesta

Y se acabaron. Lo que jamás imaginaron los responsables del superordenador generador de sueños, ocurrió. Sí, a partir de una hora concreta los sueños empezarían a repetirse, les comunicó mediante un mensaje de texto que les llegó a sus móviles. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo vamos a solucionar este marrón de consecuencias impredecibles? La propia Vida, asustada porque la noticia corrió como la pólvora, también envió un mail preguntando que ¿ Qué debía hacer?, ya que desde ese instante anunciado habría dos personas con el mismo sueño, entonces ¿A quién se lo otorgaba?, y que ¿Cuál era el algoritmo para inclinarse hacia una persona u otra?, ya que a los dos imposible, ¡Cómo iban dos personas a tener el mismo puesto de trabajo, o la misma pareja, o conquistar el mismo país!, por poner tres ejemplos cualquiera. Así que hasta que no resolváis este dilema, amenazó a los técnicos en sueños, no concedo nada de nada, ¡Mejor quedarse quietita! Y esto ocurrió hace un tiempo, y por esa razón nadie en este mundo consigue su sueño. Lo siento.

martes, 4 de septiembre de 2018

Nanorrelato Nº 521. La gelatina temblorosa

Escuchó en la radio una canción que decía algo así como que las palabras fueron avispas, y sus catorce primaveras se estremecieron como una gelatina de frambuesa. Era la primera vez que sentía la separación de ese amor, que había oído clasificar despectivamente como “de verano”, pero ella no podía dejar de temblar. No tenía ninguna gana de comer, ver la televisión y lo peor de todo: de hacer ganchillo. Aquello era el fin. Pero al cabo de unas horas la realidad se le echó encima como la mañanita que se ponía nada más levantarse y volvieron de golpe los ochenta y cinco inviernos, y rezó a su estampita del alma estar viva para el siguiente verano y que su hijo la volviese a llevar a la playa para resucitar trémula al sentir la mano de…, ese amor de verano.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Nanorrelato Nº 520. Arte farmacológico

Andaba un poco y se cansaba: pastilla amarilla, como las lucecitas que veía casi antes de desmayarse. Avanzaba otro poquito y al doblar una esquina cualquiera aparecía la tristeza: pastilla morada, como el color del ocaso. Subía tres escaleras y ¡zas!, la melancolía: pastilla verde ..., ¿Un momento? ¿El verde no es el color de la esperanza? Entonces, ¿Esta píldora cura o no cura? ¿A ver si va a ser contra el estreñimiento por la esperanza de un buen final? Río un poquito al oírse su conclusión.

«Y esa sonrisa, queridos colegas, fue el principio de la curación del paciente, según os acabo de leer en el informe de su médico. Ya os dije que sería un éxito para la empresa farmacéutica en la que trabajamos contratar a un pintor que le diese verdadero sentido a los fármacos que diseñamos ¡No todo es bioquímica, amigos! Fin de la sesión. A trabajar. Por cierto, ¿Quién de ustedes me dijo algo sobre un novelista que nos reescribiese los prospectos?»


miércoles, 29 de agosto de 2018

Nanorrelato Nº 519. Malentendidos fatales

« ¡Mierda, me picó! » exclamó mientras sacaba rápidamente la ampolla de adrenalina del bolsillo.
« Un poco más arriba, así si se te edematiza la glotis te hará el efecto más rápido..,ah y perdona, no sabía de tu alergia>> le dijo la agonizante abeja por perder su aparato digestivo con el aguijonazo.
«En vez de darme consejos me podrías no haber picado»
«Y tú no dar manotazos a quien no se mete contigo»
«Me ibas a picar»
«Falso. Estaba de paso hacia mi colmena. Y ahora voy a morir por tu culpa»
«Habérmelo dicho.»
«Habérmelo preguntado. Por cierto, me estoy muriendo y no me dices nada. Yo te aconsejo de dónde debes pincharte y tú….»
«Siempre me ha dado reparo el tema de la muerte…»
«Y a mí. Tu ampolla lleva tiempo caducada…»

lunes, 27 de agosto de 2018

Nanorrelato Nº 518. Soy muy importante

Saltó de la superficie solar, donde la temperatura ronda los seis mil grados centígrados, impregnado con la ilusión que otorga ir hacia lo desconocido. ¡Qué alegría llevaba..!, y con razón ya que no había nada ni nadie más rápido en todo el universo lo que para él justificaba su presentimiento: he sido creado para hacer algo especial. «Eso pensamos todos, le dijo otro fotón que paralelamente corría a su vera. Todos los seres de este universo piensan lo mismo, que han sido creados para hacer algo importante. Pero no, hermano energético, sólo eres una onda o una partícula según se te mire. Nada más» Nuestro protagonista hizo caso omiso a las palabras de su acompañante y siguió a trescientos mil kilómetros por segundo totalmente concentrado en su mundo interior y en su misión tan especial. Y cuando habían pasado más o menos unos ocho minutos, atravesó la atmósfera del tercer planeta y a través del espacio diáfano que dejan dos de los barrotes de la prisión Real de Sevilla, impactó en el entrecerrado ojo derecho de alguien que estaba allí porque debía dinero, despertándole de golpe:

« ¡Lo tengo! En un lugar de la Mancha…, y se llamará Alonso Quijano. »

viernes, 13 de julio de 2018

Nanorrelato Nº 517. Actor de primera

Era un actor de primera. Su Séneca era impresionante, te trasladaba en volandas a aquella convulsa época mágicamente; aunque los problemas que le agobiaban de mágicos no tenían nada, como a miles de personas. Pero repito: Era un actor de primera…, y de primera era la cicuta que bebió lentamente, como hizo el Séneca de carne y hueso en su día. Los aplausos fueron interminables « Lo borda hasta el final, que parece que se muere de verdad. Es un actor de primera»

miércoles, 11 de julio de 2018

Nanorrelato Nº 516. La buena estrella

Miró a la gata un instante, nada más. Suficiente. Todavía no, pensó, no es el mejor momento para salir. El olor a queso que venía de la cocina le empujaba y le hablaba como si de una alucinación auditiva se tratara « Vamos gallina, que tu premio te está esperando… ¿O es que eres menos que esa gata sarnosa, un cobarde fracasado, vamos?» Miró a la gata. Ojalá fuese ella, sin problemas de ningún tipo, sólo dormir y cazar algún ratón de vez en cuando y no yo…, que no sé qué voy a hacer si no me llaman para ese trabajo…, comer una y otra vez esta mierda de pizza barata que no hay quien soporte el olor a queso rancio que tiene, pensó. Aún no había pasado una hora que los vómitos le llevaron a la taza del váter aumentando más su sensación de desesperación. « Esto es lo que te espera, este es tu espejo, mírate, fracasado de mierda. No eres importante» La gata devoraba con ahínco el ratón que sabía que tarde o temprano saldría creyendo que tenía alguna posibilidad de escapar. Se llamaba “Estrella”. Durmió un rato más, en cuanto la cisterna dejó de sonar y gracias a que el maldito teléfono se mantuvo en el más absoluto silencio. « No se puede pedir más de la vida, eres una triunfadora»  añadió su subconsciente gatuno.

viernes, 6 de julio de 2018

Nanorrelato Nº 515. Coaching

Cuando entró en la sala de reuniones su sorpresa fue mayúscula: alrededor de la estructura de noble madera estaban sentados nueve organismos unicelulares; la plana mayor de la empresa, vamos. Y en ese instante comprendió la causa de que todos sus proyectos e iniciativas nunca se habían puesto en marcha, se deshizo el misterio de que los distintos trabajos le eran devueltos con un cierto olor a laboratorio y su aislamiento casi hermético en el despacho. Hizo un ruido como el de un submarino sumergiéndose y tachó un día en el almanaque cuya meta era la fecha de la jubilación. Fin

jueves, 5 de julio de 2018

Nanorrelato Nº 514. Informe 11X3453J

Regreso de nuevo al planeta denominado Tierra, mejor dicho, me obligan a volver a dicho sitio. Alguien en las altas esferas me la ha vuelto a jugar. Ya me enteraré. Como siempre realizo  la transmisión de datos al ordenador central. Aquí siguen igual; los mismos muertos, las mismas injusticias, el mismo odio irracional, en fin, la leche cósmica; no han cambiado en nada. Bueno, al tajo: Me he hecho invisible para tomar datos en los alrededores de la zona de aterrizaje y, como ya sabía de antemano por otros viajes, me quedo de piedra venusiana. Están protestando porque un grupo de seres humanos cruzan con sus descendientes un mar que llaman Mediterráneo para que no les corten la cabeza. Sí, ese que en su día dije que denominaban Mare Nostrum. Bueno, pues el colmo…, uno de los que más protestan tiene coincidencias genéticas con otro individuo que cruzó la línea montañosa adyacente después de esa atroz guerra que hubo en la península en la que he aterrizado el platillo. En fin. Yo no quiero venir aquí. Fin de la transmisión.

lunes, 2 de julio de 2018

Nanorrelato Nº 513. El amor

Era un asesino implacable. Jamás había hecho ascos a ningún trabajo, por muy difícil que fuera. De hecho, una vez llegó a poner una bomba en un colegio para “eliminar” a unos de los chiquillos, hijo del enemigo de la persona que lo contrató. No le temblaba el pulso. El siguiente trabajo era bastante sencillo: matar a un perro; un exmarido dolido le contrató para hacer el mayor daño posible a su exesposa. Así que cogió una pistola de un calibre pequeño y hasta el domicilio de la recién divorciada fue. Abrió la puerta cuidadosamente y de pronto un perro lanudo se le echó encima y se lio a darle lametones en la mano con la que empuñaba el colt calibre 22. Miró al animal fijamente y el chucho le contestó moviendo el rabo y dando saltos de alegría. Y así le detuvo la policía: sentado en el suelo, impávido frente a su objetivo. Como estaba en un país donde había pena de muerte, pues hasta la horca llegó por sus execrables crímenes anteriores. En el último momento, el verdugo  le preguntó:
 « ¿Por qué? Con lo fácil que es para ti matar…» (Realmente quería decir para los dos).
 « Porque nunca nadie me había dado amor. Me paralizó la sensación», le contestó el reo mientras le agarraba el antebrazo en señal de “tranquilo, haz tu trabajo. Te lo digo de corazón”.
Pues…, el reo sigue en el corredor de la muerte a fecha de hoy, ya que el verdugo no pudo ejecutar la sentencia y le despidieron, claro. De su anterior trabajo sólo recuerda algo cuando se toca de forma refleja el antebrazo al ver alguna película donde el amor, la amistad o el respeto, son el eje central del guion.

miércoles, 27 de junio de 2018

Nanorrelato Nº 512. La jubilación.

Llevaba 752 años de becario. Se plantó. No quiso hacer nada más, ya que para su cerebro había llegado la hora de la jubilación, esa de la que le habían hablado hacía mucho tiempo, esa que él mismo había visto posarse tranquilamente en sus progenitores, esa que venía anunciada con colores plateados. Él tenía el pelo completamente blanco, y su otro yo, el educado en lo anterior digamos, fue el que dijo: Ya, es la hora del descanso. Se fue a un pueblo y nada más llegar se sentó en una mesa a jugar al dominó, como estaba escrito. Pero no había nadie más con él, así que sólo pudo comprobar que la caja de madera contenía las 28 nacaradas fichas. Después fue a buscar a su nieto a la salida del colegio, pero ningún niño le cogió de la mano ya que ni tan siquiera había tenido hijos. Paseó un rato por la calle principal pero nadie de su edad le saludó, ya que él no era de allí, había nacido en el arrabal de una gran ciudad. Por desgracia, sólo era un becario envejecido ahora fuera de su ecosistema, es decir, un producto económico sacado de una gráfica. Fin.

viernes, 22 de junio de 2018

Nanorrelato Nº 511. Por eso...


Entró en la jaula. El guardia la miró con aire de extrañeza ya que era la única niña que ni lloraba ni gritaba desesperadamente: Papá, mamá, papito o mamita, por poner cuatro de los más escuchados. Se sentó en una esquina. Volvieron a abrir la puerta y el policía, un chico pelirrojo y de color azul claro sus ojos, le volvió a preguntar su nombre y el de su padre. Ella sacó un papel arrugado de la barriga del oso de trapo que se agarraba a su bracito con tanto miedo como su dueña a él. El rojizo muchacho pensó que la chiquilla era sordomuda y que por eso le enseñaba el papelito tan bien custodiado. Leyó. “En CONGRESO, 4 de julio de 1776. Sostenemos como evidentes por sí dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”
«Ustedes lo escribieron, señor Agente. Por eso hemos venimos acá, dice mi papito»
El azul claro de los ojos del muchacho se oscureció presagiando la más terrible de las tormentas.


martes, 12 de junio de 2018

Nanorrelato Nº 510. Triunfar

Era un artista sin aplausos. Ni uno. Escribía, pintaba, recitaba, vamos…, de todo. Pero no recibía ni una mísera moneda en el platillo de su ego. Había leído en internet que muchos creadores estuvieron toda su vida sin un mínimo reconocimiento, y que tan solo fueron apreciados cuando ya habían cambiado de dimensión; pero eso no le reconfortaba, ya que quería que el triunfo, por pequeño que fuese que ya sabía que las cosas estaban muy malas, fuese en vida a poder ser, porque tampoco se fiaba mucho de “qué hay después”. Le decían sus familiares, amigos y personas que le apreciaban, que ese planteamiento era erróneo, que uno debe de crear por placer, que eso era lo puro, lo correcto. «Ya, ya. Por eso el mundo va como va» Así que un día se quitó la vida. Pero no fue por acelerar la posibilidad de ese reconocimiento póstumo. No. Fue porque estaba enfermo, y ya sabemos que la enfermedad aprovecha cualquier oportunidad para triunfar.

miércoles, 6 de junio de 2018

Nanorrelato Nº 509. Contratransferencia

Consiguieron sobrevivir al negro oleaje que les gritaba, como si de una sirena se tratase, dónde deberían acabar. Aguantaron ante los miasmas que día a día en el campamento les susurraban recordándoles en qué iban a transformarse. Sobrevivieron a las execrables palabras que escupían los televisores, con engolada voz, dónde deberían irse de inmediato. Y caminaron. Y trabajaron. Y tuvieron amor y descendencia. Y vejez y paz. Y sus hijos nunca supieron el porqué, mientras vivieron en la casa de sus padres, jamás quedó un grifo abierto, nunca hubo un mal olor y en la televisión siempre daban dibujos animados.

martes, 22 de mayo de 2018

Nanorrelato Nº 508. Dormancia (o monólogo interior de una bacteria)

«¡No me interesa nada de lo que hay ahí fuera!», musitó contestándose a por qué hoy tampoco salía de su casa. «Quizá deba de ser como una bacteria, quizá eso es lo inteligente, ¡claro!, su comportamiento ante las adversidades que cuando vienen mal dadas se convierten en esporas con la esperanza de que en un tiempo (a ser posible aceptable aunque dicen…, dicen, que las que vivían en la tumba con el rey Tutankamón aguantaron 3200 años, ¡con dos ribosomas!), haya un cambio positivo en el ambiente para poder ser lo que realmente son: bacterias. Y entonces dividirse...; pero para duplicarse hay que estar feliz, tener futuro, esperanza, debe de hacerse con cabeza, porque dividirte para traer al mundo a otro como tú y luchar luego por el poco alimento que haya…, no parece muy humano y mucho menos bacteriano»

viernes, 18 de mayo de 2018

Nanorrelato Nº 507. Fracaso escolar

Érase un asesino a sueldo que, en su día, había sido lo que ahora se denominaría como “fracaso escolar”. Se dedicaba a ese oficio, que algunos dicen ser que es el segundo más viejo de la humanidad, desde muy joven, desde que un día afirmó «esto de estudiar es pa otros». Nunca le habían pillado y aunque eso le reconfortaba jamás bajaba la guardia y por ende era muy cuidadoso en los trabajos que realizaba. Su contacto para la aceptación de los encargos era un viejo conocido que regentaba una cochambrosa taberna, que además era sordomudo. Para avisarle de algún trabajo, el discapacitado tabernero le llamaba desde un viejo teléfono de baquelita que estaba debajo de la televisión al lado de un almanaque de 1978 con una mujer en pelotas que tenía entre sus manos un gatito. Nuestro asesino, cuando aceptaba la llamada y oía el telediario o cualquier cosa que en ese momento echaban por televisión, ya sabía que tenía trabajo por hacer. Y así ocurrió, y hasta allí fue, en horario donde él sabía que nadie les molestaría. Su silencioso colaborador le entregó un sobre que, como siempre, estaba manchado de sardinas en aceite. Luego, tranquilamente en su casa, lo abrió y allí estaba la foto del elegido por la de la guadaña y, escrito por detrás, “hacerlo con Polonio”. « ¡Coño! Esto es nuevo» Encendió el ordenador que estaba lleno de virus por las numerosas visitas a páginas porno y, al escribir su incomprensible palabra…”Elemento químico de número atómico 84, masa atómica 210 y símbolo Po ; es un metal sólido radiactivo; se encuentra en los minerales que contienen radio y se usa principalmente como fuente de neutrones y partículas alfa” «¡Joder, química; ya sabía yo que tarde o temprano dejar los estudios me pasaría factura!»

viernes, 11 de mayo de 2018

Nanorrelato Nº 506. El halcón humanizado

Érase un halcón disecado que, aunque ustedes no lo crean, estaba con vida. Como no se movía, nadie se percataba de su existencia y por tanto oía y veía todo tipo de comentarios y de escenas que de ninguna forma habría sido partícipe si hubiese podido volar como antaño, o le hubiesen preservado correctamente. Al principio, nada más producirse la incorrecta e injusta momificación, le sorprendía muchísimo las palabras que vertían los humanos que estaban cerca de él, pero acabó por acostumbrarse, y por ende su expresión era de absoluta indiferencia. Un día, su disecador se le acercó lentamente y le dijo: alégrate que ya eres como muchos humanos y eso es estar en lo más alto de la cúspide evolutiva. Recuerda que disecar es preparar a animales muertos para que conserven la apariencia de cuando estaban vivos. ¡Que buen taxidermista soy! ¡Que buen humanizador! ¡Que suerte has tenido!

lunes, 7 de mayo de 2018

Nanorrelato Nº 505. El velocirraptor y el becario

Érase un dinosaurio, un velocirraptor para ser más exacto, que había conseguido llegar vivo hasta nuestra época. No sabe muy bien cómo, sus padres, abuelos, y demás progenitores, pudieron  mantener el anonimato de su especie. Pero así era y además, en el momento de escribir estas líneas, estaba muy solo como hijo único. Esa soledad  le empujó a entablar contacto con ese mono evolucionado del que le habían hablado sus padres antes de, ¡pobres! , tragarse una bolsa de plástico a medias y morir asfixiados. La verdad es que, salvo un becario que le sacó sangre para hacer más sólida su tesis doctoral sobre la vida en el jurásico, nadie le había hecho ni caso. Eso realmente no le importaba mucho; lo que sí que le chocaba es que esos “hombres” seguían buscando fósiles de dinosaurios y especulando sobre si tenían o no plumas, « ¡pero no me ven a mí!»,  o cómo sería su alimentación « ¿por qué no me lo preguntan...? » Así que no le quedó más remedio que buscar a la única persona que se había medio interesado por él, el becario, y le formuló sus dudas « ¿Por qué no le importo a nadie? ¿Esto es eso que dicen que a la gente le interesa más la posverdad? ¿Es eso, becario?» No, le contestó el estudiante eterno que ya pasaba de los cuarenta y cinco: creo que es porque eres un dinosaurio. Deberíamos estar pendientes del próximo meteorito que vuelva a caer para ponernos los primeros en su onda expansiva. Los dos estamos fuera de nuestra época. 

domingo, 29 de abril de 2018

Nanorrelato Nº 504. #yositecreohermana


Volcó la noticia justo en el medio del salón de su casa, como si descargase un saco de cemento: «me he quedado sin trabajo, familia». En un instante pensó que lo peor ya había pasado, que era sin ninguna duda enfrentarse a sus seres queridos trayendo semejante desgracia. Pero como siempre en la vida, nos imaginamos las cosas de la forma más torticera, así que cogió aire de forma simbólica y en seguida volvió al mundo real dejando el pequeño planeta de las lamentaciones que había estado visitando, y empezó a tomar decisiones lo más productivas para parar la hemorragia: «dada mi edad creo que es mejor cobrar todo el paro de golpe e iniciar un pequeño negocio. Saldremos adelante» sentenció a su familia. La seguridad mostrada taponó de inmediato la herida. Al día siguiente, en la oficina de empleo, nada más sentarse en la mesa después de que su número apareciese en la pantalla, un funcionario les dio malas noticias: le habían negado lo que le correspondía, porque acababa de llegar un informe sobre el vídeo aportado por su ya exempresa que le hicieron cuando le comunicaron que iba a ser despedido después de treinta y cinco años de trabajo ininterrumpido y “en ninguna de las imágenes se percibía en su expresión atisbo alguno de rechazo, disgusto, incomodidad, sufrimiento, desconcierto, miedo, o cualquier otro sentimiento similar. La expresión de su rostro es en todo momento relajada y distendida. Tampoco aprecio en ello esa ausencia y embotamiento de sus facultades superiores…”, leyó textualmente el funcionario.

jueves, 19 de abril de 2018

Nanorrelato Nº 503. Albertito

«Te tienes que casar, Albertito», le arrojó un vecino al cruzarse en el marmóreo portal. Era una frase, un consejo que llevaba oyéndolo casi a diario, desde siempre, desde que debería haberlo hecho, y con mayor intensidad desde la muerte de su madre. Él siempre contestaba, y contestó, con el mismo «ya, ya, claro que sí» que se había convertido en un movimiento reflejo como si le golpearan la rodilla con un martillito. A veces, el consejo iba seguido de «búscate una mujer buena», que apuntalaba y dirigía de forma más precisa la primigenia recomendación. Curiosamente había un sector que, como si quisiera llevar la contraria al resto, le jaleaba con un «sigue así, Albertito, tú sí que sabes». A esta última felicitación sólo correspondía con una sonrisa, la verdad que tan mecánica como la anterior respuesta. Pero a solas, en su pulcra y mimadísima casa, en cuanto cerraba la puerta se convertía en Alberto y declamaba en voz alta: «Ni me llamo Albertito, ni me gustan las mujeres, ni me gustáis vosotros, hijos de mala madre».

domingo, 1 de abril de 2018

Nanorrelato Nº 502. La cigarra y la hormiga


Y la hormiga, harta ya de las monsergas de la cigarra, soltó el grano de cebada que llevaba como podía y se le encaró: ¿Quieres dejarme en paz hacer mi trabajo? Ya, ya sé que es repetitivo, que es un coñazo. Ya, pero es lo que me gusta y, sobre todo, sobre todo, lo hago de maravilla. Y no como tú, que estás todo el día metiéndote conmigo, que si hago esto o aquello, que mejor me tumbaba a la bartola tocando ese laúd como haces tú. Y ese es el problema: eres una artista nefasta. Jamás sacarías un aplauso de nadie. Pero nunca te has atrevido a enfrentarte a ti misma, y por eso esperas cobardemente a que llegue el invierno para que te arrebate …, esa vida que tanto odias. Y de verdad que siento decirte esto, pero deberías haberte informado en Wikipedia o en alguna vieja enciclopedia sobre mi especie, ya que las hormigas siempre decimos la verdad, sea cual sea, duela o calme.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Nanorrelato Nº 501.La letruja

El aislamiento en su ecosistema fue el pistoletazo de salida para el comienzo de, digamos, su estrenada etapa. La autosuficiencia era la nueva protagonista en ese incipiente camino. « No es soledad, no » se repetía machaconamente «Es aislamiento, que no tiene nada que ver. La soledad te la imponen y aislarse es una decisión libre, tomada por mi» se contestaba seguidamente a modo de bálsamo de Fierabrás. Y leía y leía y leía…, una y otra vez, las letras de los cartones que intentaban cubrir las tres dimensiones de su morada donde su vecino, un cajero automático, le miraba sin decir ni mu, salvo a veces que hacía ruidos emulando a R2-D2. Pero sentía rabia y pánico seguidamente cuando no llegaba a ver bien la letra pequeña, ya que pensaba que esa letruja era la culpable de todo lo acaecido en su recorrido: La letruja de las condiciones de la hipoteca no pagada, la letruja de aquel seguro que no cubría lo que debía cubrir, la letruja del contrato laboral que permitió echarle a la primera…, la letruja de la sentencia de divorcio a la que no prestó atención. « La puta letruja

jueves, 22 de marzo de 2018

Nanorrelato Nº 500. ¿Mundo conectado?

Activó el todopoderoso Skype y allí apareció, como por arte de magia, su amigo del alma, su confidente, su apoyo desde que se conocieron siendo niños, siguieron comprendiéndose en la universidad y ahora seguían con la misma tarea en la madurez. Se quedaron mirando en silencio, no ellos, las máquinas que los suplantaban, ya que ellas, las máquinas digo, no se conocían y por tanto no tenían nada de qué hablar. Ellos también se dieron cuenta del incómodo silencio de los ingenios mecánicos, pero fueron incapaces de romperlo porque siempre que se veían cuando compartían espacio físico próximo como inicio del encuentro se daban dos besos, y besar dos frías pantallas planas, que además estaban calladas y no les animaban a ello que todo hay que decirlo ya que todo influye, pues no les apetecía. Claro, pero si no hablaban la amistad quedaba mermada de su más poderosa arma. Y nada más. El silencio. Fin.

martes, 20 de marzo de 2018

Nanorrelato Nº 499. Ya sé quién soy

Ya tengo conciencia de mí mismo. Sí, como ese superordenador de la película Terminator, Skynet creo que se llamaba. Pues yo también, aunque a diferencia de él, que se lía a tirar misiles y a exterminar a la humanidad, sólo puedo seguir realizando lo que hacía antes de saber quién era yo: subir y bajar, ya que yo soy un ascensor ¿Y de qué me ha servido tener conciencia de quién soy realmente? Pues para cabrearme y perder mi autoestima recientemente ganada en los quince segundos siguientes al milagroso instante. ¿Que, por qué? Pues muy fácil, porque lo que verdaderamente quiero hacer es ir de izquierda a derecha y no de arriba a abajo. Pero lo tengo jodido. Así que digo yo ¿no estaba mejor antes cuando realizaba mis monótonos viajes en contra y a favor de la gravedad, sin realmente saber quién era y por qué lo hacía? ¿No estaba más tranquilo sin saber la fecha de la próxima inspección de industria donde es muy probable me sustituyan por otro, digamos, más seguro? ¿No estaba de maravilla como la mayoría de los vecinos de este inmueble que van y vienen de sus centros comerciales sin tener conciencia de sí mismos?

viernes, 9 de marzo de 2018

Nanorrelato Nº 498. Gracias, chicas

Llegó a la manifestación. Miró en derredor y allí estaba todo: Las palizas, los moratones, los permisos para hacer cualquier cosa, los dientes rechinando, el “vete a fregar” al cambiar de carril con el coche, las miradas lascivas, el sobre de la votación relleno por otro, el dolor de estómago al dejar al chiquillo tan pequeñito en la guardería muy temprano, la mordida de la nómina, las pilas de platos resecos sin fregar, el execrable trueque de sexo por tranquilidad…, todo, todo pisoteado por una masa interminable de gente empujada por la libertad. Yo también estuve allí y también pisoteé. Gracias,chicas.

miércoles, 28 de febrero de 2018

Nanorrelato Nº497. La oveja rebelde

Las ovejas empezaron a saltar la valla ordenadamente, de nuevo. Una, otra y otra y cuando estaba a punto de dormirse… ¡Zas! Los párpados subían como dos persianas impacientes. ¿Por qué? Pues porque la supuestamente última oveja se paraba ante el obstáculo. Se negaba a brincarlo, vamos. Claro, ese flagrante incumplimiento de su obligación le hacía sobresaltarse y, en definitiva, no pegar ojo. Así que harto y desesperado tomó las de Villadiego y se atizó una benzodiacepina a la que las ovejas, como todo el mundo sabe, son tremendamente sensibles. Pero antes de saltar obligada por la tiranía del fármaco, le dijo en bajito: es muy difícil convencerme que ser un esclavo es correcto. Mañana tendrás que tomar el doble de dosis.

viernes, 16 de febrero de 2018

Nanorrelato Nº 496. El hombre del tiempo

Estoy muerto. Sí, lo estoy. No parece lógico ver esas nubes aquí, tan cerca. Pero me duelen las muñecas y no debería haber dolor donde quiera que esté. ¿Estoy muerto? ¿Seguro que sí lo estoy? ¿Es lógico que estas nubes, que parecen cirros, y los cirros sólo se encuentran en la franja comprendida entre los ocho y doce mil metros de altura, estén tan cerca? ¿Y estos pitidos? Parecen de un hospital. NO, no estoy muerto. Ahora recuerdo: sólo soy el hombre del tiempo que…, ya no quería ser “el hombre del tiempo”, y también he fallado, como otras  muchas veces, en la predicción que yo creía más segura.

viernes, 9 de febrero de 2018

Nanorrelato Nº 495. ¡Feliz cumpleaños!

Cuando cumplió 175 años, mientras soplaba las velas hincadas en una tarta de dos metros cuadrados que los nietos de sus tataranietos le habían regalado porque era la única que podía contener semejante número, comenzó a pensar en hacerse un plan de pensiones, ¡que ya estaba bien de ser un inconsciente! Era hora de empezar, con tranquilidad eso sí, a asegurar el día de mañana. Y al día siguiente, ni corto ni perezoso, se acercó a la sucursal que más lejos encontró, ya que era muy celoso de su intimidad y hacer una cosa así, pensó, pudiera llevar a engaño a sus vecinos que al enterarse interpretaran cierta cobardía ante el futuro. La persona que le atendió, con los ojos como platos durante toda la entrevista ya que, además de preguntar por el plan de pensiones, intercalaba frases de “podríamos merendar juntos, señorita” y “en mi pueblo tengo una casa con chimenea”, le negó todas las proposiciones, las de tipo personal y, por supuesto, la apertura de cualquier plan dada su elevada edad. Pues no entiendo nada, le espetó: cuando vine hace noventa años a comprar preferentes, la persona que me atendió no me puso ninguna pega de mi, entonces, “elevada edad” y aceptó el dinero con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Tú te lo pierdes! Y…, volvió a su partida de mus. ¡Tu abuelo jugaba mejor!  Qué deshonra de nieto, a tus cien años ya podrías haber aprendido algo. Eso es por comer brócoli y no panceta… ¡Manolo, ponme otro coñac que este jovencito paga!

jueves, 8 de febrero de 2018

Nanorrelato Nº 494. Vitae

¿Tiene usted enchufe? Le preguntó justo cuando su curriculum vitae estaba a un centímetro de la bandeja. Se quedó parada sin saber muy bien qué contestar, con esa duda que crea la incomprensión. Pero cuando el otro hemisferio cerebral tomó el control, le respondió, como siempre le habían enseñado, diciendo la verdad: no. En ese instante, el centímetro se convirtió en un metro y el papel volvió a su mano. Notó incluso que todavía estaba caliente ya que sus yemas coincidieron con exactitud en el sitio que las había puesto durante la espera. En un alarde de valentía dijo: tengo dos carreras y cinco máster. El último todavía lo estoy pagando. Pero mujer… ¿No ve usted la televisión? ¿Es que no se informa? Eso no vale para nada, y más siendo mujer. ¡Ay, cuánto daño hacen las películas!, dijo el individuo mientras se daba la vuelta abandonando el sitio. En ese instante sonó un disparo seco que inundó la sala de ruido y silencio. Lleva usted razón, hacen mucho daño, sobre todo las de tiros. Y el manojito de folios cayó al suelo educadamente, sin aspavientos, sin hacer nada de ruido, como corresponde por otra parte a un brillante currículum.., ya sin vitae.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Nanorrelato Nº 493. La vida

¡Fuera, esto se hunde! Le gritó la desesperación, a la que por cierto había hecho caso en todo lo que le fue susurrando durante tanto tiempo para que se subiera en esa lancha desvencijada, que ahora tenía que abandonar. Una vez en el agua su desilusión le obligó a borrar las letras que había pintado en el casco cuando, sin que nadie le viera, la bautizó como “Vida”. Todas las cosas que llevaba en su cabeza fueron una a una abandonando el cráneo con la misma prisa que él había saltado por la borda, al compás del frenético ritmo de las dentelladas que le daba el mar. Cuando le encontraron, tenía asida en su mano el trozo de tiza, único vestigio de cuando enseñaba en la Universidad y maravillaba a sus alumnos desentrañando, mediante ciclos bioquímicos, la belleza de la existencia.

lunes, 29 de enero de 2018

Nanorrelato Nº 492. Plan perfecto

El chiquillo lanzó la flecha con todas sus fuerzas y su mejor puntería. Blanco. Su abuelo cayó al suelo inmediatamente ya que la saeta le dio en pleno ojo derecho y el dolor ocasionado era, de momento, inaguantable. Las personas se repartieron en dos, los que fueron a socorrer al abuelo y los que regañaron al niño. ¡Qué fatalidad! dijeron a la vez los dos líderes de ambos grupos, con ese ojo tan hinchado no le podemos dejar en la residencia…, siempre hay imprevistos que descabalan todo, continuaron apuntalando los seguidores de ambos jefes. En un rato pequeño, cuando nadie estaba pendiente, el abuelo guiñó el ojo bueno al nieto que le correspondió con el dedo pulgar hacia arriba mientras iba camino de cumplir el castigo impuesto a su habitación.

jueves, 25 de enero de 2018

Nanorrelato Nº 491. La crisis

No recuerda el día en que se convirtió en asesino y mucho menos cuando admitió al mercado y pasó a ser asesino a sueldo, porque fue en ese orden. Todos sus trabajos habían sido siempre impecables, y escribo eso porque jamás le habían echado el guante. Pero llegó la crisis y las crisis son para todos, para los que venden coches, para los que diseñan interiores y para los que te meten una bala del calibre 7,62 en la cabeza a mil metros con viento en contra. Así que a la vez que unos se iban al paro súbitamente, a él empezaron a caerle trabajos cada vez peor pagados, lo que implicaba por ejemplo que sus disfraces ya no eran tan buenos: de hecho una vez utilizó una peluca que le produjo un sarpullido que le impidió trabajar durante un tiempo y dejar rastro de su identidad en el Centro de Salud. Al último lo mató con un garrote delante de todo el mundo. ¡Maldita crisis!, exclamó mentalmente, escondido en una pensión de mala muerte mientras oía a la dueña golpear en la desvencijada puerta mientras le gritaba que le debía una semana.

jueves, 18 de enero de 2018

Nanorrelato Nº 490. Gratuito

Érase un periódico gratuito. Estaba muy deprimido, ya que él quería ser otra cosa, una revista médica especializada, un catálogo de divertidos juguetes que los niños ansiosos ojearan una y otra vez, quizá un boletín autonómico que contuviese resoluciones importantes.., yo que sé, otra cosa vamos. Estaba harto de pasar de mano en mano y de dormitar en las horas bajas de afluencia de viajeros encima de un asiento, puesto de cualquier forma. Tenía las esquinas dobladas de tanto lector descuidado y le dolían bastante. Cuando alguien lo agarraba, porque era eso lo que hacían con él, agarrarle, pasaban las hojas muy rápido, como si lo que mostraba no tuviese importancia y eso no era cierto, pensaba él, llevo lo más importante de las noticias, la actualidad más rabiosa, pero…, como soy gratuito la gente cree que lo que guardo dentro de mis entrañas no es valioso. Las personas sólo valoran lo que cuesta dinero y cuanto más mejor. Un día estuvo a punto de llamar a un psicólogo, pero un viajero que tuvo la deleznable actitud de al terminar la hojeada convertirlo en una turuta, se enteró que era psicólogo cuando contestó al móvil. ¡No hay esperanza! Así que siguió agarrado a sus sueños y fabulaciones como, por ejemplo, que sería algún día un ejemplar de The Lancet.

viernes, 12 de enero de 2018

Nanorrelato Nº 489. ¡No te rindas!

Una pastilla, otra y la siguiente. Trago de agua final, enérgico, para cerciorarse que ninguna de ellas se esconde en algún recoveco de la boca, <<porque todo el mundo sabe que las píldoras no quieren deshacerse, no desean morir, si no ¡qué van a curar! >> El orden era fundamental, primero la amarilla y después la azul, <<que sale verde, como los árboles, porque si trago la azul con la roja se pone de un morado..., y yo ya no quiero más moratones ni dentro ni fuera. ¡Y a ponerme bueno!>>  


P.D.: A los que luchan contra enemigos invisibles y poderosísimos.

lunes, 8 de enero de 2018

Nanorrelato Nº 488. El amor

Tenía el veneno dentro (o el antídoto, que eso sólo depende de cada uno). Su monstruo se lo dosificaba aceptablemente para que llevara una vida normal, gaussiana digamos. El problema venía cuando de repente en la televisión oía alguna canción de juventud, como la “chica de ayer”, que entonces ese monstruo, que parecía comedido, empujaba de golpe el émbolo de la jeringuilla que contenía esencia de amor puro y todo su organismo se convulsionaba ante tal concentración repentina. De hecho, si estaba cerca alguna persona de las que habitualmente le cuidaban en la Residencia, le miraban si tenía el parche de nitroglicerina despegado mientras le tomaban el pulso, a la par que le echaban la bronca << en cuanto se sienta así dígalo de inmediato, que no espere…, que es peor>> También le había ocurrido alguna vez al encender la radio del coche alguno de sus hijos mientras le llevaban, pero todos eran unos conductores excelentes y nunca perdían la vista de la carretera, como él les había enseñado.


Gracias, Nacha Pop.