«¡No me interesa nada de
lo que hay ahí fuera!», musitó contestándose a por qué hoy tampoco salía de su
casa. «Quizá deba de ser como una bacteria, quizá eso es lo inteligente,
¡claro!, su comportamiento ante las adversidades que cuando vienen mal dadas se
convierten en esporas con la esperanza de que en un tiempo (a ser posible
aceptable aunque dicen…, dicen, que las que vivían en la tumba con el rey
Tutankamón aguantaron 3200 años, ¡con dos ribosomas!), haya un cambio positivo
en el ambiente para poder ser lo que realmente son: bacterias. Y entonces
dividirse...; pero para duplicarse hay que estar feliz, tener futuro, esperanza,
debe de hacerse con cabeza, porque dividirte para traer al mundo a otro como tú
y luchar luego por el poco alimento que haya…, no parece muy humano y mucho
menos bacteriano»
Un trocito de....
"Quizá tuvieran razón en colocar el amor en los libros... Quizá no podía existir en ningún otro lugar" Willian Faulkner
martes, 22 de mayo de 2018
viernes, 18 de mayo de 2018
Nanorrelato Nº 507. Fracaso escolar
Érase un asesino a sueldo que, en
su día, había sido lo que ahora se denominaría como “fracaso escolar”. Se
dedicaba a ese oficio, que algunos dicen ser que es el segundo más viejo de la
humanidad, desde muy joven, desde que un día afirmó «esto de estudiar es pa otros». Nunca le habían pillado y
aunque eso le reconfortaba jamás bajaba la guardia y por ende era muy cuidadoso
en los trabajos que realizaba. Su contacto para la aceptación de los encargos
era un viejo conocido que regentaba una cochambrosa taberna, que además era
sordomudo. Para avisarle de algún trabajo, el discapacitado tabernero le
llamaba desde un viejo teléfono de baquelita que estaba debajo de la televisión
al lado de un almanaque de 1978 con una mujer en pelotas que tenía entre sus
manos un gatito. Nuestro asesino, cuando aceptaba la llamada y oía el telediario
o cualquier cosa que en ese momento echaban por televisión, ya sabía que tenía
trabajo por hacer. Y así ocurrió, y hasta allí fue, en horario donde él sabía
que nadie les molestaría. Su silencioso colaborador le entregó un sobre que, como
siempre, estaba manchado de sardinas en aceite. Luego, tranquilamente en su
casa, lo abrió y allí estaba la foto del elegido por la de la guadaña y,
escrito por detrás, “hacerlo con Polonio”. « ¡Coño! Esto es nuevo» Encendió el
ordenador que estaba lleno de virus por las numerosas visitas a páginas porno
y, al escribir su incomprensible palabra…”Elemento
químico de número atómico 84, masa atómica 210 y símbolo Po ; es un metal
sólido radiactivo; se encuentra en los minerales que contienen radio y se usa
principalmente como fuente de neutrones y partículas alfa” «¡Joder, química;
ya sabía yo que tarde o temprano dejar los estudios me pasaría factura!»
viernes, 11 de mayo de 2018
Nanorrelato Nº 506. El halcón humanizado
Érase un halcón disecado que, aunque ustedes no lo crean, estaba con vida. Como no se movía, nadie se
percataba de su existencia y por tanto oía y veía todo tipo de comentarios y de
escenas que de ninguna forma habría sido partícipe si hubiese podido volar como antaño, o le hubiesen preservado correctamente. Al principio, nada más
producirse la incorrecta e injusta momificación, le sorprendía muchísimo las
palabras que vertían los humanos que estaban cerca de él, pero acabó por
acostumbrarse, y por ende su expresión era de absoluta indiferencia. Un día, su
disecador se le acercó lentamente y le dijo: alégrate que ya eres como muchos
humanos y eso es estar en lo más alto de la cúspide evolutiva. Recuerda que
disecar es preparar a animales muertos
para que conserven la apariencia de cuando estaban vivos. ¡Que buen
taxidermista soy! ¡Que buen humanizador!
¡Que suerte has tenido!
lunes, 7 de mayo de 2018
Nanorrelato Nº 505. El velocirraptor y el becario
Érase un dinosaurio, un
velocirraptor para ser más exacto, que había conseguido llegar vivo hasta
nuestra época. No sabe muy bien cómo, sus padres, abuelos, y demás progenitores,
pudieron mantener el anonimato de su
especie. Pero así era y además, en el momento de escribir estas líneas, estaba
muy solo como hijo único. Esa soledad le
empujó a entablar contacto con ese mono evolucionado del que le habían hablado
sus padres antes de, ¡pobres! , tragarse una bolsa de plástico a medias y morir
asfixiados. La verdad es que, salvo un becario que le sacó sangre para hacer más
sólida su tesis doctoral sobre la vida en el jurásico, nadie le había hecho ni
caso. Eso realmente no le importaba mucho; lo que sí que le chocaba es que esos
“hombres” seguían buscando fósiles de dinosaurios y especulando sobre si tenían
o no plumas, « ¡pero no me ven a mí!», o
cómo sería su alimentación « ¿por qué no me lo preguntan...? » Así que no le
quedó más remedio que buscar a la única persona que se había medio interesado
por él, el becario, y le formuló sus dudas « ¿Por qué no le importo a nadie?
¿Esto es eso que dicen que a la gente le interesa más la posverdad? ¿Es eso, becario?»
No, le contestó el estudiante eterno que ya pasaba de los cuarenta y cinco: creo
que es porque eres un dinosaurio. Deberíamos estar pendientes del próximo
meteorito que vuelva a caer para ponernos los primeros en su onda expansiva.
Los dos estamos fuera de nuestra época.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)